
Aplicamos el término útil a algo que produce provecho, servicio o beneficio. ¿No deberían ser estos los atributos de cualquier iniciativa empresarial? Sin embargo, al abordar algunos proyectos digitales corremos el riesgo de dejar a un lado estos atributos y guiarnos por las últimas tendencias, la presión de nuestro círculo cercano o las innumerables lecturas bautizadas con el apellido "digital", 3.660.000.000 de referencias en internet.
Los resultados son de sobra conocidos por todos: apps que nunca vuelves a abrir, sistemas con bonitos gráficos que ni entiendes ni utilizas o análisis de datos con escaso valor añadido, por no hablar de los costes asociados a estos proyectos (en muchos casos, precisamente, no demasiado bajos). La digitalización "ha venido para quedarse" y es denominador común de todas las agendas empresariales y planes de negocio.
Ahora bien, en este momento y en medio de este "maremágnum digital", es más necesario que nunca ser prudente, no dejarse influir por las modas y abordar la transformación digital teniendo en cuenta tres factores diferenciales.
El primero, el foco en el usuario: la digitalización es un medio, no un fin y como tal, debe ayudarnos a encontrar soluciones de negocio que aporten valor real. Cada empresa es como una pieza de puzle, en la que sólo una solución es la adecuada. Implementar primero una herramienta digital y buscar después la aplicación en negocio suele tener difícil encaje.
El segundo factor es invertir con visión en el largo plazo. Aunque la inercia tiende a llevarnos a conseguir el mayor beneficio en el mes o trimestre en curso (especialmente en las empresas cotizadas), es necesario ampliar el horizonte temporal de las decisiones digitales e invertir en aquellas que hagan crecer nuestro negocio de manera sostenible.
Para conseguir que aquello en lo que invirtamos tenga proyección a largo plazo, es necesario tener un gran conocimiento del negocio y de las principales tendencias que marcarán el futuro, lo que nos lleva al siguiente factor. Por último, dejarse asesorar por profesionales que, por encima de todo, entiendan tu negocio e identifiquen las necesidades y fricciones existentes en el mismo, para así contar con las mejores soluciones en cada caso.
Sólo quienes sean capaces de integrar el conocimiento específico del sector, junto con los procesos y soluciones tecnológicas que se adapten a las necesidades del cliente final, serán exitosos en el proceso de la transformación digital.
Es clave innovar para avanzar y hacerlo además desde una perspectiva de liderazgo, abriendo el camino sin miedo pero con cabeza y con los pies en el suelo. En definitiva, las compañías debemos acometer el reto de la digitalización hoy mejor que mañana, haciéndolo simultáneamente desde una perspectiva estratégica y práctica que nos permita escoger las herramientas que mejor se adapten a la realidad de nuestro negocio.
La digitalización debe ser útil y, por lo tanto, generar de un mayor valor para nuestros clientes, para nuestros empleados y para nuestros accionistas, porque, ¿no son estos los objetivos de cualquier negocio?