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Impedir la insolvencia creativa para Europa

En realidad, las plataformas de Internet, que hacen accesibles para todos obras protegidas por derechos de propiedad intelectual, y la industria europea de la creación podrían complementarse maravillosamente. Esta crea los contenidos, mientras que aquellas los difunden por todo el mundo a través de sus estructuras digitales.

No obstante, y lamentablemente, esta simbiosis ideal se ve obstaculizada por el hecho de que aquellos que obtienen unas ganancias extremadamente elevadas con los contenidos creativos no quieren retribuir de forma justa a aquellos que los producen. Simple y llanamente, los autores, músicos, cantantes, poetas, artistas o actores no son partícipes en esas ganancias. Lo mismo les sucede a las estructuras de producción y de comercialización que soportan el riesgo económico de promocionar las obras.

Hasta ahora eran las editoriales, los sellos discográficos o las productoras cinematográficas quienes se ocupaban de la comercialización y difusión de los contenidos creativos. En cambio, actualmente la difusión (gratuita) tiene lugar por medio de las plataformas de Internet. Esto no dejará de tener consecuencias.

El proceso de subvención cruzada de producciones poco exitosas gracias a otras muy exitosas no se producirá cuando los creadores ya no puedan vivir de sus expresiones artísticas o cuando sus estructuras de distribución dejen de funcionar. Las plataformas de Internet seguirían difundiendo gratuitamente sus obras, a su costa. Si Europa no comienza a proteger la propiedad artística y creativa y sus estructuras de distribución, habrá menos diversidad artística y literaria. Debemos impedir esta insolvencia creativa para Europa.

Por ello, en septiembre del año pasado la Comisión Europea presentó, con buen criterio, una propuesta para la reforma de los derechos de propiedad intelectual. Es importante encontrar una solución a escala europea, porque el actual marco jurídico ya no encaja con el mundo digital. Además, trasladar el asunto a los Estados miembros no sería de ayuda: es necesaria una regulación unitaria europea para proteger nuestras obras de manera eficaz tanto dentro de la Unión Europea como fuera de ella.

En el ámbito de la prensa, la situación se ha agravado en los últimos años, lo cual resulta extremadamente preocupante ya que la prensa es un pilar importante de nuestra democracia. Es inquietante que su capacidad de supervivencia económica dependa de manera creciente de un gran buscador y de su poder de mercado. Por ese motivo, debemos crear un marco de condiciones que permita a las editoras hacer frente de igual a igual a ese poder de mercado.

Cuando los grandes buscadores comercializan y en parte hacen accesibles artículos de prensa en la red, generando con ello enormes beneficios a partir de la labor de una prensa que se va de vacío, es que la situación ha llegado a un punto extremadamente insostenible. Las consecuencias son que los propietarios de la creación (periodistas y editoras) no obtienen una compensación adecuada y que, a la larga, peligra su financiación.

La introducción al menos de un "derecho de protección de la labor creativa" en favor de las editoras se hace por tanto inevitable. Una protección jurídica más efectiva para salvaguardar los contenidos de prensa frente a actividades no autorizadas de reproducción, para reconocerles nuevamente su valor económico.

Hay un aspecto más: las fake news. En la era de Internet, el individuo tiene cada vez menos capacidad de discernir la mentira de la verdad. Queremos, o al menos debemos intentar, fortalecer el periodismo de calidad ofreciéndole una estructura más segura y haciendo que los contenidos de prensa puedan obtener una financiación duradera. Aunque está claro que las noticias falsas no desaparecerán con ello, al menos el individuo tendrá la posibilidad de guiarse por un periodismo de calidad.

En un mundo digital que evoluciona a un ritmo vertiginoso, también se modifica el comportamiento de los consumidores. La música está disponible ahora prácticamente "gratis" en plataformas digitales los cuales han construido un modelo de negocio que les funciona bien. Sin embargo, los artistas, autores o compositores reciben por lo general muy poco, o incluso nada.

Por eso, es urgente redefinir la responsabilidad de las plataformas en línea. Las que facilitan el acceso a contenidos protegidos por derechos de propiedad intelectual, cargados en la red por los usuarios y/o que almacenan esos contenidos, deben asumir la responsabilidad por los derechos de propiedad intelectual y alcanzar acuerdos de licencia con sus creadores.

Además, soy de la opinión de que las plataformas deberían comprobar que con sus contenidos no se quebranta ningún derecho de propiedad intelectual. La exención de responsabilidades de que las plataformas han disfrutado hasta ahora, derivada de la "Directiva sobre comercio electrónico", no puede mantenerse.

Está en juego también el patrimonio cultural europeo: hemos de asegurar que con los contenidos y las obras que se crean en Europa no se obtengan beneficios únicamente fuera de la UE. Por todo eso necesitamos una regulación moderna y equilibrada. Queremos que ser creativo siga mereciendo la pena en Europa.

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