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El 'procés' pone en jaque al turismo

La incertidumbre se cierne en Cataluña tras el referéndum ilegal realizado el pasado 1 de octubre. El Gobierno está pensando en la aplicación del ya famoso artículo 155; Puigdemont no es claro con sus intenciones y las empresas catalanas se fugan a marchas forzadas hacia otras provincias. La inseguridad y la duda, germinadas durante meses, han florecido a la luz del procés y auguran un futuro poco alentador para la sociedad catalana y para el pilar fundamental de su economía: el turismo.

Según los últimos datos ofrecidos por el Instituto Nacional de Estadística (INE), Cataluña se erige como principal destino del turismo en España. De los 28 millones de turistas que visitaron el país hasta el mes de mayo, 6,6 millones se desplazaron a territorio catalán, un 10,5% más que en 2016. Durante el pasado año, Cataluña recibió 17 millones de turistas extranjeros, acogiendo el 22,5% del turismo internacional español.

Estos datos se pueden ir al traste en 2017. El incremento de la turismofobia y los atentados de Barcelona ya han puesto en jaque a la actividad turística y, si la independencia se materializa, supondrá un duro golpe para el turismo que puede ser letal para la economía catalana.

Los primeros síntomas del procés ya se están manifestando. El Gremio Hotelero catalán aún no ha divulgado cifras, pero el sector estima que la caída en las reservas hoteleras será de entre el 20% y el 30%. Esta frenada del turismo también se está notando en los cruceros, que ya empiezan a desviar los atraques a Valencia tras abrir la veda la compañía alemana Tui Cruises, para evitar situaciones conflictivas. Tras los enfrentamientos con la Guardia Civil en el 1-0, la crispación ha ido in crescendo generándose a través de las redes sociales diferentes campañas de boicot a la hostelería y a los productos catalanes.

Desde el Gobierno se avisa del impacto que tendrá la situación en el turismo. La vicepresidenta del Gobierno, ha calificado de "dramática" la caída del turismo y de la inversión en Cataluña. El ministro de Turismo, Álvaro Nadal, por su parte afirma que esta situación impactará de manera más grave que los atentados del pasado agosto. A pesar de todo habrá que esperar a los datos oficiales para comprobar el verdadero alcance de estas predicciones.

Sin embargo el síntoma más fuerte, y que puede ser determinante para el sector turístico, es la fuga de empresas. CaixaBank, Sabadell, Planeta, Gas Natural, Oryzon y hasta cuarenta empresas han trasladado su sede social a otras Comunidades Autónomas. Esto puede generar un problema en el turismo de negocios, que el año pasado supuso un impacto económico en España de más de 5.400 millones de euros.

El independentismo preocupa en la hostelería, que teme que pueda afectar al turismo de negocios y al de congresos y ferias. Por el momento esta huida afecta de manera reputacional, ya que no hay fugas físicas de empresas, aunque también está teniendo un efecto colateral que se manifiesta en la fuga de capitales y de inversión.

Esta situación evoca a la constante comparación con el brexit de Reino Unido. Tras la votación del país británico de abandonar la UE, la fuga de empresas se puso en marcha de inmediato. Grandes empresas inglesas tienen preparadas las maletas para marcharse a otros países dependiendo de la magnitud final del Brexit. Los cálculos más pesimistas prevén una caída en el empleo considerable, que se podría materializar en la pérdida de 60.000 puestos de trabajo en el sector turístico.

La situación actual es preocupante y hay que andar con pies de plomo. El turismo vive de la imagen, de la seguridad y de la tranquilidad. La inestabilidad política es un gran riesgo para la economía. De la misma manera, el uso de la economía como arma política arrojadiza, con declaraciones sin contrastar y predicciones realizadas sin datos, es una enorme irresponsabilidad que puede provocar daños muy graves tanto a la economía como al turismo.

Las perspectivas actuales no son nada optimistas. Dependemos de la responsabilidad, la coherencia y el sentido común de nuestros dirigentes para salir airosos de esta situación. Tensar la cuerda sólo va a provocar un desastre social, político y económico que afectará a la mayoría de la ciudadanía española y que puede provocar una recesión casi como la de 2008. El turismo, la economía, la política y, sobre todo, los ciudadanos, necesitan con urgencia que se reinstaure la cordura y volvamos a remar todos en la misma dirección.

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