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Cumbre de la UE: se equivoca Theresa May

  • Europa respeta su decisión y velará por el interés de sus ciudadanos
La 'premier' británica, Theresa May. Foto: Getty.

En la cumbre extraordinaria de Bruselas se fijarán las líneas rojas de la Unión Europea en las negociaciones sobre el Brexit. Theresa May sabe que las discusiones y los problemas a dilucidar serán arduos. Ha convocado elecciones anticipadas el 8 de junio. Lidera actualmente las encuestas según las cuales obtendrá una victoria aplastante y podría ganar hasta el 50% de los sufragios. Pero al mismo tiempo y por primera vez desde el referéndum hay más votantes que piensan que la decisión de salir de la UE es un error. Lo confirmó el sondeo de YouGov para el periódico Times. Esto refleja la profunda división existente sobre la UE, en un periodo en que se le pide a los electores que respalden a May con un mandato para su visión de la segregación.

Todo indica que la "dama de hierro II" logrará fortalecer su poder en los diversos frentes domésticos. Sin embargo, no podrá mantener su amenaza de un Brexit "duro" imprescindible para negociar de forma inflexible y sin concesiones. Ni podrá, como la euroescéptica moderada que sigue siendo, pactar a su gusto una salida a medias. En otras palabras, los resultados de esos comicios no llegarán a robustecer su posición frente a Bruselas. Un impacto positivo para ella en el proceso de dos años para la desconexión de Europa es improbable.

También se equivoca la premier al afirmar en sus discursos que los otros 27 países europeos "están uniéndose en nuestra contra". Europa nunca ha estado en contra de Gran Bretaña. Más bien al contrario. Londres siempre se ha mostrado recelosa ante el proyecto común de intregración. Lo torpedeó desde un principio. Más adelante, siendo miembro, intentó bloquearlo mientras reclamaba para sí un permanente trato de favor.

Los países miembros están preparados. Como ha ratificado el negociador europeo para el Brexit, Michel Barnier, tras una reunión de los ministros de Asuntos Exteriores de la UE en Luxemburgo "estamos unidos y tenemos una línea clara". Lo acontecido en Gran Bretaña está siendo una especie de revulsivo en el bloque de los 27, que han tomado conciencia de los beneficios de Europa.

Bruselas se va a centrar en varios ejes. Uno es la defensa de los derechos y las libertades de los ciudadanos. Tanto los de la UE que residen en Reino Unido como los de los británicos en la Unión. Más de cuatro millones y medio de personas que la decisión unilateral de Londres ha dejado en el nimbo jurídico. Todos ellos se verán afectados negativamente. Y la prioridad comunitaria es restaurar la máxima seguridad y certidumbre para ellos. La misma que se aspira a conseguir para las empresas.

La UE no tiene intención de dar a Reino Unido un acceso completo a su mercado interior sin mantener a cambio una libre circulación de los ciudadanos europeos. Aunque Westminster rechaza esa condición, Europa piensa mantenerse firme.

Otra asunto fundamental es el del estatuto financiero de la City. De igual manera que no habrá un acceso al mercado único sin libre circulación de personas, tampoco pueden tenerlo las instituciones bancarias británicas a la plaza financiera europea, mientras Londres lleva a cabo una desregulación masiva para atraer inversores.

Y, en cualquier caso, está la cuestión de la factura que el Reino Unido deberá pagar antes de salir. Bruselas calcula que esa cantidad alcanzará unos 60.000 millones de euros. Responsables de la isla ya han querido dar a entender que no tienen intención de abonar esa suma. No solo eso, Londres pretende además negociar en paralelo este aspecto y el marco de las relaciones futuras. Si la intención de la primera ministra era que Gran Bretaña postergara o incluso desatendiera sus obligaciones financieras de largo plazo con la UE, no se saldrá con la suya. Este tema candente no quedará para el final. Europa ha dejado claro que previamente hay que resolver de modo satisfactorio esos compromisos.

Puede que en la clase política insular algunos todavía crean que el Brexit les ha otorgado una ventaja. No obstante, lo que May y su Gobierno deben asumir de una vez es que como país tercero que empezarán a ser una vez hayan abandonado la UE habrán dejado de disfrutar de los mismos derechos que los miembros. Ni seguirán teniendo un trato preferencial.

Durante su permanencia, las exigencias y reivindicaciones británicas fueron continuas. Y en todo momento atendidas. La paciencia europea ha terminado. Su comportamiento con el futuro ex socio, será "justo y constructivo" si bien se acabó la magnanimidad y excesiva generosidad de antaño.

Europa ha lamentado el alejamiento británico, pero ha respetado su decisión. A partir de ahora se dispone a velar por el interés de sus ciudadanos. Comienza la negociación. Y va a ser muy dura.

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