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La cumbre de Davos en el año uno de Donald Trump

En la imagen, Donald Trump.

La reunión anual del Foro Económico Mundial es un lugar en el que personas influyentes mantienen un apretado programa de breves reuniones bilaterales, sin apenas protocolo. Simultáneamente tiene lugar un brillante evento de debate sobre macroeconomía, tendencias de negocio y las principales asimetrías que produce el sistema.

Este año se tienen muchos motivos por los que estar preocupados por las asimetrías. El frío Davos arranca con un diagnosticado desafecto de la sociedad con la economía de mercado. Nada menos que han titulado el evento Liderazgo de respuestas y responsable. Se trata de enfatizar un tiempo en el que es necesario tomar medidas realmente transformadoras y hacerlo de forma que éstas proporcionen una mayor cohesión social, en palabras del fundador y alma del evento, el veterano Klaus Schwab.

Atravesamos una época de escasa visibilidad sobre el futuro del panorama mundial. Una bruma que ha estancado a la economía global en tasas del 3%. Los expertos apuntan a la necesidad de al menos dos puntos adicionales de PIB mundial para evitar altas tasas de paro en el sur y devolver la cohesión del bienestar a unas defraudadas clases medias en los países industrializados.

Al Foro le preocupa Europa. Este año sucederán importantes elecciones nacionales en las que se puede poner en peligro el futuro de la construcción europea. Veremos un defensa del mantenimiento de espacios económicos abiertos, propuestas de reforma de los tradicionales mecanismos de cooperación multilateral, y asistiremos a la presentación de una batería de ideas que tratan de rediseñar las reglas con el fin de impulsar una distribución más equitativa e inclusiva del bienestar económico como el mejor antídoto para un populismo creciente.

Davos siempre presta una atención especial a la innovación. En sus casi 50 años de existencia, se han presentado tecnologías que hoy disfrutamos y que tan solo hace unas décadas formaban parte de la ciencia ficción. En este momento de aceleración que tenemos la suerte de vivir es más relevante si cabe conocer cuáles de estas tecnologías crearan mayor disrupción en la economía e impacto en los usos sociales.

Imaginar el futuro es una vocación milenaria del hombre y el Foro tiene cada año esta tentación. La técnica elegida este año, el diseño de escenarios, tiene menos riesgos. Veremos una semana en la que se publicarán los trabajos de los grupos de discusión en forma de documentos que aventuran el futuro de 14 sectores. Una realidad sin duda muy diferente a lo vivido en los principales sectores de la economía global.

Los avances en inteligencia artificial y una nueva relación de la industria con el medioambiente están impulsando una profunda transformación global de los patrones de producción y consumo, que se ha venido a denominar la cuarta revolución industrial. Una "revolución" que no se está produciendo en los mismos lugares en los que se libraron las anteriores, ni por la misma clase de personas. Schwab está especialmente orgulloso de la capacidad del Foro para atraer al debate a la segunda economía global.

A la cabeza de su nutrida delegación este año se encuentra su presidente Xi Jinping. Durante años, el Foro ha considerado a China como un factor incierto de la ecuación. Con un incremento anual de la inversión del 20%, hoy podemos ver a empresarios y dirigentes de la República Popular sentados en la mesa de Davos, abriendo las sesiones o debatiendo puntos de vista sobre estrategias de economía global como la potencia mundial que son.

El interés de China en los asuntos de la agenda global es un hecho, como se ha demostrado este año con la ratificación del Acuerdo de París que compromete a este país a importantes contribuciones a la reducción global de emisiones de gases efecto invernadero en los próximos años.

El Foro Económico Mundial en Davos nos aporta reflexión y visión a largo plazo. Un espacio para compartir ideas e innovaciones sobre cómo navegar mejor en este futuro. Un lugar de encuentro que de forma creativa y sorprendentemente informal, ayuda a entender mejor la compleja agenda global, aunque este año Trump, que será protagonista del contenido en los debates, haya decidido convertirse en el gran ausente.

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