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Entre referendos y 'trumpnomics'

Este domingo en Italia puede nacer otro formidable torbellino político. Si Renzi pierde su referéndum, la inestabilidad arreciará. Este annus horribilis ha producido ya dos grandes cisnes negros que se disponen a caminar: el Brexit y la elección de Donald Trump. En el vecindario europeo hay otros cisnes e incluso guerra. En la misma Europa, es probable una ola de elecciones y de referéndums donde los extremistas de todos los signos coaligados aúpen al poder a líderes disruptivos que persiguan políticas díscolas. Es el caso de Austria y de Francia, Holanda y Alemania en el 2017. De este modo, los efectos desestructuradores de los referéndums y del populismo ya no son sólo un fantasma sino una realidad europea, americana e internacional.

La crisis económica e ideológica, la desindustrialización y el hondo desempleo, la no integración de inmigrantes, los desafueros de las elites, amén del terror islamista, han alimentado el populismo y, por ende, la crisis política de las democracias liberales. Como los referéndums, el populismo propone soluciones simples a problemas complejos.

De ahí su éxito: atrae a los más apurados. Pero también de esta simplicidad se deduce el ineluctable fracaso final del populismo. Tras el éxito inicial, las diferentes formas del populismo, en lugar de resolver los problemas, en los que se crecieron y por los cuales llegaron al gobierno, los amplifican. No son solución sino problema.

El populismo se asienta en una tríada tóxica: negación de la complejidad, anti-pluralismo e inmediatismo en la representación. Cada elemento de esta tríada es un ataque a la democracia. Los referéndums son como un tsunami: parecen imparables y se llevan por delante las formas mejor establecidas de elaboración, debate y decisión política.

El referendum es un procedimiento que existió y existe en sistemas políticos diversos. En los regímenes totalitarios, dónde los cargos no se eligen en elecciones generales, el referéndum se convoca para ratificar la decisión de las autoridades, de modo que éstas obtienen así alguna legitimación popular.

En las democracias liberales , el referendum se circunscribió a temas generales (ratificación de una Constitución elaborada de un modo reglado y normalmente consensuada entre la elite) o, al revés, locales (y variopintas, como instalación de un hipermercado, uso de un edificio singular, un semáforo?).

El populismo desestructura el Estado de derecho, desequilibra los sistemas democráticos, se basa en la confrontación del ?pueblo? (su líder, seguidores y votantes) contra una parte de sí mismo (judíos, castellano parlantes, inmigrantes) y busca un enemigo exterior (EE.UU., Turquía, Europa-Bruselas, España-Madrit). La confrontación interior deriva en exterior. Votar contra Europa fue el móvil del Brexit. También en los escarceos de Renzi aparece la pérfida Europa, como ocurre en Grecia, Hungría, Bulgaria, Polonia?Tras el Brexit, numerosos partidos de varios países ofrecen a sus votantes el celebrar un referendum sobre la permanencia de su país en la UE o sobre una eventual mejora de los tratados.

Se percibe que no todos los referendos son iguales. La calidad de un referendum depende de las condiciones de la convocatoria (iniciativa, pregunta), de debate (libertad de prensa, acceso equitativo a los media, neutralidad de los poderes y medios públicos) o de validez (consultivo o vinculante; participación mínima o no; mayoría simple o cualificada).

La convocatoria y su enunciado es discrecional para las autoridades, aunque se ha extendido la iniciativa popular sujeta a un mínimo de firmas. Para superar crisis institucionales, el referendum puede ser adecuado? siempre que la opción que prevalezca también lo sea. El Brexit es un ejemplo en negativo de esto: aquí el referendum, en lugar de reducir una crisis política, la ha multiplicado y, peor aún, el resultado ha abierto la posibilidad de una desintegración del Reino Unido.

Los referéndums tienen ventajas e inconvenientes. Entre los beneficios están su inmediatez, sencillez y claridad. Entre los inconvenientes se hallan la confrontación social, la simplificación del debate y la trivialización de las posiciones. Los referendos niegan el consenso y limitan el papel de los técnicos, funcionarios y cargos electos. Si al tsunami europeo de referéndums y de elecciones clave tintadas de populismo añadimos lo que pueda ser el trumpnomics tenemos incertidumbre. La incidencia de la inestabilidad política sobre una economía renqueante puede generar un severo riesgo sistémico.

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