
El pasado mes de agosto fue histórico para el turismo español: el 78% de las plazas hoteleras estuvieron ocupadas, alcanzando cifras espectaculares en comunidades autónomas como Baleares, donde se registró un 92,7% de ocupación. Todo esto sin necesidad de lanzar ofertas agresivas, sino todo lo contrario. De hecho el sector ha elevado sus precios con respecto a 2015. Esto no ha supuesto ningún impedimento para que la facturación por habitación alcanzara los 100,2 euros de media, subiendo un 5,2% respecto a agosto del año anterior.
¿Cómo es esto posible? Una vez más, se demuestra que al cliente no le importa pagar un poco más si la calidad del servicio justifica ese precio. En vista de las buenas perspectivas para el sector este año, los hoteles españoles han decidido prepararse para atraer más turistas.
Por ejemplo, mediante la renovación de sus establecimientos, que en algunos casos les ha permitido incluso subir de categoría. Una estrategia encaminada no sólo a captar nuevos clientes, sino también a fidelizar a los de años anteriores.
Y, por supuesto, tampoco podemos olvidar la inversión en nuevas tecnologías, una tendencia a la que se apuntan cada vez más alojamientos que apuestan por el Internet de las Cosas, Big Data u otras innovaciones con el objetivo de ofrecer una experiencia diferente a sus huéspedes.
El sector hotelero no es ajeno a la importancia de la innovación a día de hoy, y por eso se ha apresurado a introducir cambios en su manera de funcionar, tales como la posibilidad de realizar el check-in de manera online, lo que además permite que el personal del hotel pueda dedicarse a otras tareas de mayor valor, o la apertura de la habitación a través del teléfono móvil.
Obviamente, todo esto supone un desembolso importante para los hoteles que, aun estando justificado por unas buenas previsiones, siempre implica un riesgo como tal inversión que es. Por ello, la manera más inteligente de llevarlo a cabo es buscando maneras para reducir los costes sin perjudicar a los ingresos. Hay que tener cuidado de que este ahorro no suponga una disminución de la calidad, o cualquier inversión que hagamos en mejorar nuestras instalaciones será, como se suele decir, "lo comido por lo servido" ya que nuestros ingresos caerán. Una forma de lograrlo es a través de las centrales de compras.
Una central de compras permite que hoteles diferentes, muchas veces sin ninguna relación entre ellos, unifiquen por volumen de compras de alimentación, bebidas, suministros, consumibles y equipamiento además de servicios de limpieza o mantenimiento, logrando de esta manera una mejor posición negociadora frente al proveedor.
Además, siguiendo el clásico principio de las economías de escala, la unificación de las compras permite obtener como resultado una reducción del coste unitario. Así, cada establecimiento puede comprar lo mismo que si lo hicieran por su cuenta, pero a un precio hasta un 30% más bajo.
Se trata de una relación en la que todos ganan, ya que el proveedor ve cómo se incrementan sus ventas mientras que el hotel consigue la máxima eficiencia en la inversión del departamento de compras manteniendo los mismos estándares de calidad, o incluso mejorándolos, y a un coste más competitivo.
Estas ventajas se complementan con otros servicios propios de las centrales de compras como la consultoría, el análisis de compras o la formación de equipos. Con su asesoramiento, los hoteles pueden conocer nuevas oportunidades de ahorro y trazar planes anuales para reducir los costes, así como formar a su plantilla para optimizar su gestión.
El panorama no puede ser más propicio para el sector. Es el momento idóneo para que los hoteles apuesten por fórmulas innovadoras que les permitan invertir para fidelizar y ganar cuotas de mercado y al mismo tiempo reducir costes comprando conjuntamente, algo que marcará la diferencia en el sector en los próximos años.