
Tradicionalmente se consideraba que los modelos de banca privada europeo y asiático tenían muy poco en común. Hoy en día la realidad viene a contradecir esta idea, pues las tendencias de fondo en la gestión de patrimonio convergen. De hecho, el entorno competitivo y el normativo, las exigencias de la clientela, la oferta de productos o el modelo económico de la banca de gestión se asemejan mucho más de lo que podría pensarse.
Estudiemos primero a los participantes: de acuerdo con las clasificaciones más recientes sobre banca privada publicadas en Asia, en este continente ocupan los primeros puestos los mismos protagonistas que en Suiza o Europa. Como ocurrió en el Viejo Continente hace unas décadas, los bancos retail nacionales (sean chinos, indios o indonesios) acusan un cierto retraso, que se debe principalmente a la falta de un entorno normativo que permita el desarrollo de esta actividad en el mercado local. En cuanto pueda desarrollarse una oferta de productos y servicios más estructurada, observaremos la aparición de líderes asiáticos que se convertirán en verdaderos competidores, pero actualmente los grandes actores internacionales disfrutan de un entorno competitivo que les es favorable.
En cuanto al marco normativo, el continente asiático no sufre retraso alguno en relación a Europa, al contrario. La diligencia que las entidades asiáticas están obligados a observar con relación a su clientela, la reglamentación relativa a la idoneidad de los productos (suitability), la problemática en cuanto a la autorización y la restricción de venta y, evidentemente, las exigencias de conformidad fiscal se encuentran al mismo nivel que las que impone la norma europea o suiza. De hecho, los principales países asiáticos han aceptado aplicar la Ley de cumplimiento tributario de cuentas extranjeras (FATCA), y están preparando el intercambio automático de información con arreglo a la norma de la OCDE. El mito del mayor laxismo de la normativa tributaria en Asia es precisamente eso, un mito.
En cuanto a los clientes, se ha expuesto a menudo que entre la clientela asiática predominaban los traders y que, por lo tanto, sus expectativas eran más próximas a las del modelo de los brókeres que a las del modelo tradicional de banca privada. Sin embargo, actualmente las grandes fortunas asiáticas cada vez están mejor organizadas, a menudo mediante estructuras de family office, y exigen una gestión de una gran profesionalidad y una diversificación amplia de sus carteras. El factor trading sigue siendo un elemento característico, pero pierde terreno gradualmente a favor de un enfoque más tradicional que da preferencia al largo plazo y la diversificación, lo que se debe especialmente al relevo generacional en la clientela asiática, que goza de un elevado patrimonio.
En lo referente a la oferta, las diferencias en los productos y servicios en ambos continentes son poco relevantes. La oferta se ha ido igualando, se trate de instrumentos o de soluciones de inversión como los hedge fund o los productos estructurados, o de soluciones de ingeniería patrimonial basadas en el seguro. Existe, evidentemente, un cierto sesgo local; los europeos dan preferencia a los "emisores europeos" y los asiáticos prefieren el "riesgo asiático". Aparte de estos detalles, no existen diferencias notables. Muy a menudo, las innovaciones y las novedades aparecen indistintamente en Europa o Asia y se propagan rápidamente de un continente a otro.
El último factor que queda por mencionar es la rentabilidad global de las sociedades del sector de la banca privada, que afrontan idénticas dificultades en ambos continentes. Tanto la presión que sufren los beneficios como el incremento relativamente importante de los costes fijos son comparables. En Asia, las remuneraciones que recibe el front office han igualado y superan en ocasiones las que se pagan en Europa. Se aprecia además un incremento similar de los costes ligados al aumento de los recursos dedicados a los aspectos de conformidad, gestión del riesgo y control. Frente a esta compresión importante de la rentabilidad, los bancos se enfrentan a la imperiosa necesidad de alcanzar un tamaño crítico suficiente y de racionalizar su organización.
El contexto general de la banca privada asiática es actualmente equiparable al que impera en Europa. Sin embargo, el mercado asiático se ha convertido en el más importante del mundo por volumen y ha superado al estadounidense, y su crecimiento es y será superior a largo plazo al de este mercado o al del europeo. Este potencial de crecimiento justifica ampliamente las importantes inversiones que están aprobando, día sí, día no, los principales actores mundiales de la banca en este continente. Todo indica que perdurará esta tendencia, en ocasiones en detrimento del Viejo Continente, y que alimentará sin la menor duda la corriente actual hacia una mayor consolidación.