
¿Qué opinan los empleados sobre la irrupción del mundo digital en las empresas y la revolución de la inteligencia artificial y la robótica? ¿Lo ven con buenos ojos? ¿Cuál es su nivel de apertura y aceptación?
Esta es una pregunta que rara vez se plantea en los intenso debates sobre digitalización, automatización e inteligencia artificial. Según nuestro último estudio el número de trabajadores que opinan que la llegada de las tecnologías digitales mejorará sus perspectivas laborales es cinco veces mayor que el de aquellos que lo perciben como una amenaza para su carrera profesional. De hecho, por cada 10 empleados que creen que la tecnología digital mejoraría su experiencia en el trabajo, solo uno cree que se vería afectada de manera negativa.
¿Deberían sorprendernos estos datos?
Probablemente no. Nuestras métricas sobre economía digital indican que el 42% de los puestos de trabajo en Estados Unidos pueden considerarse digitales. Este dato ya nos permite asumir que existe una parte importante del mercado laboral donde las capacidades digitales son relevantes, y pueden ayudar a desarrollar actividades asociadas al negocio digital.
El rápido aumento de los millennials en las fuerzas de trabajo de las organizaciones, que ya suponen un tercio de la fuerza laboral en Estados Unidos, ayudará a acelerar la disrupción digital e impulsar una visión más abierta hacia el crecimiento de la robótica y la inteligencia artificial. Los nuevos sistemas inteligentes no solo están aportando más productividad.
Por ejemplo al sector agrícola le confiere mucha más precisión, gracias a sensores, drones y otras tecnologías digitales. Al sector financiero más fiabilidad que está utilizando "robot-analistas" para proporcionar un asesoramiento más adecuado a sus clientes.
En el área de mantenimiento y salud, las "Smart glasses" están ayudando a los profesionales para acceder a datos e instrucciones durante la reparación mantenimiento de equipos, y en las propias operaciones con pacientes. Pero todas estas innovaciones no tienen la intención de crear super-humanos sino buscar la eficiencia y mejorar la calidad del trabajo.
Pero si bien hemos visto que el global de los empleados se muestran positivos respecto a la llegada de las tecnologías digitales y a la mejora de sus perspectivas laborales, el colectivo de mandos intermedios, los managers, está preocupado por la incertidumbre. Buena parte de su resistencia se debe a la falta de confianza. Solo el 14% dijeron confiar plenamente en el asesoramiento que les podrían proporcionar los sistemas inteligentes a la hora de tomar decisiones de negocio, frente al 46% del equipo ejecutivo.
Las tareas en las que dedican el mayor tiempo actualmente son las más susceptibles de ser automatizadas: planificación, coordinación, seguimiento, presentación de informes y mantenimiento de los estándares. Así, viendo el vaso medio lleno?la inteligencia artificial podría liberar a los mandos intermedios de estas tareas que consumen mucho tiempo, y centrarse en el trabajo que es exclusivamente humano - trabajo de interpretación y de gestión emocional- el cual requiere de un pensamiento complejo, una interpretación y un razonamiento de orden superior.
No solo necesitamos acelerar el proceso de implementación de los nuevos sistemas inteligentes, sino que tenemos que impulsar la experimentación para moldear dichos sistemas y ajustarlos a las necesidades de los procesos y equipos de personas. Y un paso necesario para avanzar en esta línea es concienciar y convencer a este colectivo sobre cuáles serán las habilidades necesarias para desempeñar un rol de gestión en el futuro. Los gerentes están despistados respecto a cuál es el espectro de habilidades necesarias.
Más del 40% señalan que las competencias digitales y tecnológicas serán de las más valoradas en los próximos 5 años. Sin embargo, menos de la mitad mencionan conceptos como el desarrollo de las personas, el coaching, la colaboración o el social networking. Sin lugar a dudas, las habilidades interpersonales serán de suma importancia para que los gerentes tengan la confianza suficiente para inspirar a unos trabajadores mucho más flexibles -y probablemente menos estructurados- y para gestionar la implementación de las nuevas tecnologías en la organización.
Estas habilidades, que no son sencillas de conseguir, serán vitales para que los mandos intermedios puedan apoyar a sus equipos mientras empleados y robots aprenden a trabajar juntos.