Firmas

Fusiones y adquisiciones: más allá de la crisis

  • Sólo el 22% de las compañías de España planea adquisiciones

Es evidente que la recuperación ha llegado también a las operaciones de M&A y al capital riesgo. Ya en 2014 se recuperaron volúmenes anteriores a la crisis en ambos casos y el primer semestre de 2015 ha reafirmado esta tendencia que, salvo sorpresas macroeconómicas, continuará en los próximos meses.

Sin embargo, y como en otros aspectos de la recuperación económica, hay que seguir siendo prudentes. El efecto llamada que para el capital extranjero han tenido las empresas españolas supervivientes a la crisis por su buena relación calidad-precio no será eterno. Las buenas oportunidades pueden acabar escaseando, y de hecho los múltiplos pagados actualmente por estos activos empiezan a asemejarse a los de antes de 2008, no pudiendo alcanzar en algunos casos los Private Equity los precios ofertados por las grandes corporaciones. Siguiendo los datos de este último semestre de la ASCRI (Asociación Española de Entidades de Capital Riesgo) parece que el desarrollo del mercado de compraventa se ha asentado de cara al futuro. Los fondos nacionales cerraron 175 de un total de 202 operaciones de capital riesgo en lo que llevamos de 2015, pero un 85% de éstas fueron por importes inferiores a los 5 millones de euros en empresas en fases iniciales y de crecimiento.

Un estudio desarrollado por nuestra firma a finales del año pasado mostraba que algo menos de un tercio de las empresas españolas medianas y grandes (entre 100 y 500 empleados) había estudiado alguna oportunidad de adquisición durante el último año. Se trata de un avance respecto a 2013, cuando ese porcentaje se situaba en el 20%, pero sigue estando muy lejos de la media de la eurozona donde casi la mitad (un 46%) de las empresas ha considerado opciones de crecimiento inorgánico.

Esta apatía compradora de nuestras empresas, que contrasta con el dinamismo demostrado en este sentido por otras grandes economías vecinas, como Francia, Italia y particularmente Alemania, no tiene visos de cambiar en un futuro por mucho que este parezca más prometedor. Según nuestro estudio, sólo un 22% de las compañías españolas planea crecer en el medio plazo mediante adquisiciones, apenas dos puntos más que en 2012, en plena crisis, y de nuevo por debajo de la media de la eurozona situada en el 33%.

Por contra la financiación bancaria empieza ya a fluir con unos precios bastante atractivos y vuelve a ser el instrumento preferido de la mayoría de las empresas junto a los recursos propios. Precisamente esta circunstancia está retrasando la implantación en España de un mercado dinámico de direct lending en línea con otras economías de nuestro entorno.

Lo que muestra este estudio, sobre todo cuando comparamos los resultados en España con los de otros países de nuestro entorno, es un modelo de crecimiento más propio de pymes y microempresas que de compañías de un tamaño considerable para los estándares patrios. Se diría que las oportunidades de este país en vías de recuperación, que han atraído de manera tan evidente a la inversión foránea, están pasando desapercibidas para la empresa tradicional española.

En este contexto el papel que está llamado a jugar el Private Equity en España es fundamental dada su aportación al crecimiento y profesionalización del tejido empresarial con una vocación constante de generación de valor mediante iniciativas como diversificación de mercados y productos, optimización de procesos, profesionalización de la gestión y sistemas, y concentración mediante adquisición de empresas para permitir una mayor competitividad.

Por supuesto hay que tener en cuenta que el crecimiento inorgánico requiere de un músculo que en muchas de nuestras empresas del mid-market ha quedado atrofiado tras una crisis especialmente larga. Sin embargo, las buenas operaciones, bien asesoradas, tienen ahora más posibilidades de conseguir el apoyo necesario.

La comparación con nuestros vecinos refleja que lo necesario es un cambio de mentalidad en este ámbito. De esa misma mentalidad que está detrás del excesivamente atomizado tejido empresarial que caracteriza a España.

La inversión extranjera está mostrando el camino que debe seguirse. Por su parte, a pesar de las dificultades, las pymes españolas están demostrando una excelente capacidad competitiva y cuentan con sobrado atractivo. Es hora de que pongamos nuestros propios motores en marcha.

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky