
La economía española vuelve a enfrentarse al egoismo de la partitocracia, un viejo problema que la sociedad española no ha sabido solucionar desde 1978, dejando el sistema político y económico herido de muerte.
El PP ha llevado a cabo un cambio gatopardista, sustituyendo a varios dirigentes. Sin embargo, el objetivo no es la regeneración del partido, sino que se trta de un simple maquillaje engañoso que dota de mayor fuerza a la corriente 'rajoyista' del PP, a pesar de que es la principal causa de la descomposición del partido.
Enfrente, el PSOE de Pedro Sánchez ha perdido la oportunidad de mostrarse como una alternativa socialdemócrata moderna, al estilo de las democracias occidentales. Su alianza con Podemos, con el único objetivo de asaltar el poder a cualquier precio, puede llevar a España al tercermundismo. Mientras que Ciudadanos, en lugar de regenerar Andalucía, ha permitido mediante un pacto con el PSOE que el partido pueda mantener sus sistema caciquil, corrupto y clientelar otra legislatura.
Preocupación en las empresas
Ante esta perspectiva política, el mundo financiero y empresarial está temblando a todos los niveles. Porque para que la economía española reciba inversiones de capital externo, crezca y cree empleo es vital disponer de un entorno político estable y jurídicamente seguro, en el que las start-ups puedan desarrollar su I+D, y que las pymes y autónomos también puedan innovar.
Pero la "economía del conocimiento, la tecnología y la innovación" nunca ha sido prioritaria para ningún Gobierno en España. Como resultado, los emprendedores en nusetro país siguen teniendo las mismas trabas fiscales, laborales y administrativas de siempre, o incluso más.
Este círculo vicioso ha provocado en España un efecto rotación de emprendedores fracasados y no innovadores: los emprendedores que fracasan son sustituidos por otros emprendedores que también fracasan, y así sucesivamente.
Esta situación es fruto del fomento del emprendimiento de forma engañosa, con el objetivo de reducir el paro, aumentar el número de cotizantes y aflorar una mínima parte de la economía sumergida. Y así se ha empujado a muchos españoles a emprender sin saber cómo sacar un negocio adelante, impulsados por unas medidas en favor del emprendimiento insuficientes, y unas cifras macroeconómicas que pueden estar infladas.