Firmas

El dilema del prisionero

Dos personas pueden no cooperar incluso si ello va en contra del interés de ambas. El economista Albert W. Tucker llegó a esta conclusión en el llamado Dilema del prisionero en 1995, un problema básico de la Teoría de Juegos que consiste en que si ambos niegan ser los autores de un delito se libran de la condena; si lo confiesan la prisión sólo será para el cómplice y si reconocen los dos el delito, ambos serán condenados pero a menos años.

Un esquema similar se podrá aplicar en los 8.000 municipios españoles en las próximas semanas. Muchos alcaldes podrían llegar a pactos pero la ganancia o pérdida de sus partidos en las próximas generales condicionará los acuerdos. Se lo pueden preguntar sino a Susana Díaz, el mayor exponente de esta teoría en las últimas semanas. Su nombramiento como presidenta de Andalucía se ha retrasado en tres ocasiones por las pérdidas que podía llegar a suponer para cualquier partido de la oposición apoyarla antes de la cita electoral de ayer.

Gran parte de los postulados del problema de Tucker y sus numerosas variaciones, entre ellas de John F. Nash, están hoy presentes en aspectos de la vida diaria como concursos de la tele, pero los cambios serán más profundos y afectarán también a los discursos políticos.

Otra de las jugadas a tener en cuenta es la Teoría de los Cuadros de George Lakoff, muy del agrado de Zapatero, que se basaba en encuadrar asuntos para categorizarlos. En los próximos días, el devenir político tendrá que generar nuevos marcos para poder encajar algunos acuerdos. El partido de Pablo Iglesias ha sabido manejar mejor el lenguaje y ha excluido del marco al PSOE de Pedro Sánchez que tendrá que luchar para volver a recuperar el espacio político perdido y el PP deberá tratar de generar un nuevo encuadre limpio de corrupción, lo que exige regeneración.

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