Estrenamos semana con desayuno estrella del presidente del Gobierno. Mariano Rajoy no sólo ha dicho que se volverá a presentar como candidato por el Partido Popular -por si algunos, que parecen muchos, no lo tenían muy claro-, sino que la economía crecerá este año el 2,9%.
El crecimiento del PIB es el termómetro de lo que será el crecimiento del empleo. Hace siete años cuando comenzó esta larguísima crisis, recuerdo al profesor Fernando Fernández explicar cómo a partir del 2,2% de crecimiento del PIB España creaba empleo con fuerza; si nos ponemos en el 2,9% será espectacular. No hablo de la calidad del trabajo, sino de tener un trabajo.
De hecho, la ministra Fátima Báñez explicó que se están centrando en los grupos "más vulnerables", los jóvenes y los mayores de 45 años, que son en su mayoría parados de larga duración. Lo cierto es que el primer objetivo del Ejecutivo de Rajoy cuando llegó al Gobierno en 2011 se ha cumplido: España oficialmente ha salido de la crisis, está devolviendo las ayudas recibidas para la banca, las entidades financieras están saneadas, regresa la inversión, el dinero extranjero, y se empieza a crear empleo con cierta estabilidad.
La sociedad española ha hecho un ejercicio de austeridad como nunca antes, de sacrificio en sueldos y en ahorro, y de control del gasto de forma extraordinaria. Prácticamente nos hemos desapalancado en 500.000 millones de euros en el sector privado. España es más competitiva, las empresas se han internacionalizado y comienzan a surgir pymes con ganas de hacer cosas nuevas.
Sólo quedan dos pequeños detalles: bajar los impuestos y, finalmente, la reforma de las Administraciones Públicas. Primero porque son elefantiásicas y, segundo, porque asistir en directo a las filtraciones de la Agencia Tributaria es síntoma de que algunos funcionarios -altos o bajos- tienen que ser jubilados por la vía rápida.
