Firmas

Tsipras se equivoca

  • Ha decidido atajar el problema del paro por la vía paternalista

Parece, a la espera de lo que ocurra en el Eurogrupo de este viernes, que el nuevo Gobierno griego empieza a comprender que no se puede gobernar un país a espaldas de la realidad. Sus propuestas de campaña más polémicas se han visto matizadas, cuando no eliminadas, y ya nadie en el gabinete de Tsipras considera el impago de la deuda como una posibilidad.

Sin embargo, la política económica de Syriza parece destinada al fracaso, en tanto que el partido apenas ha presentado medidas efectivas para impulsar la iniciativa empresarial. El Programa de Salónica, elaborado por la formación, hablaba de potenciar el empleo en el sector privado, pero ni este documento ni el programa electoral recogían ninguna propuesta real en este sentido. Sí se hablaba de elevar el Impuesto de Sociedades, subir el salario mínimo, recuperar los convenios colectivos? pero no parece que estas medidas vayan a actuar precisamente a favor de la creación de empleo privado. Así las cosas, ¿qué hará el Gobierno heleno para reducir las dramáticas cifras de desempleo?

Tsipras parece decidido a atajar el problema del paro por la vía más paternalista: la del empleo público masivo. Una táctica que puede servir para maquillar las cifras durante un tiempo, pero que no tiene visos de sostenerse a largo plazo, si el país no soluciona sus graves problemas de deuda pública y ausencia de actividad económica generadora de riqueza. El nuevo Gobierno griego parece olvidar una de las máximas de la economía, la que dice que para redistribuir la riqueza es preciso crearla antes. Y en economías liberalizadas, como la griega y la europea, son los empresarios y no los funcionarios quienes crean la riqueza.

Y es que hay que recordar que Grecia no se ha hundido económicamente por escasez de funcionarios, sino por todo lo contrario. Un ejemplo paradigmático son los 1.800 funcionarios a sueldo del Instituto para la Protección del Lago Kopais, un lago que se secó hace más de 80 años. Durante demasiado tiempo, el país heleno ha preferido engrosar las filas del empleo público antes que incentivar el emprendimiento y el crecimiento de las empresas. El resultado ha sido un país desindustrializado, en el que demasiadas personas han dependido del Estado para subsistir. La consecuencia lógica de esta dinámica es una cifra de deuda escandalosa, que no podrá reducirse a niveles sostenibles a medio plazo y que, a pesar de las intenciones iniciales de Tsipras, el país tendrá que pagar íntegramente, si quiere reconstruir su maltrecha economía.

Tsipras también ha decidido enfocar sus energías en asuntos claramente secundarios como la reapertura de la televisión pública. ¿Realmente piensa el líder de Syriza que ésta es una medida prioritaria? El primer ministro debería tener claras cuáles son las reformas que Grecia necesita con urgencia, y cuáles son las que puede posponer para un futuro más halagüeño.

El nuevo primer ministro también tiene entre sus prioridades la paralización de la privatización de las eléctricas, los puertos y los aeropuertos, además de la nacionalización de la banca, los hospitales privatizados y todos los sectores estratégicos. Aquí es importante puntualizar que la labor subsidiaria del Estado no sólo es necesaria, sino fundamental, lo que no significa que el Estado tenga que mantener a la los ciudadanos como regla general y estar presente en todos los sistemas productivos y sectores económicos del país. Y parece evidente que Tsipras no tiene ninguna intención de aligerar el peso del Estado, sino todo lo contrario. Sí son positivas, y de sentido común, las medidas anunciadas contra la corrupción y el fraude fiscal, aunque necesitarán demasiado tiempo para dar sus frutos. Un tiempo que Grecia no tiene.

A la vista de todo lo anterior, parece que los problemas de Grecia no son tan diferentes de los de España, aunque difieren en su tamaño. Como tampoco lo son las reformas que ambos países necesitan. El sector público presta servicios que son imprescindibles para los ciudadanos, pero es la iniciativa privada la que los mantiene en pie. La solución no pasa por convertir al Estado en el gran empleador, ni por incumplir los compromisos contraídos con los acreedores, sino por incentivar la creación de empresas. El objetivo a largo plazo es la estabilidad presupuestaria, y para eso es necesario aumentar la recaudación, no a través la subida de tipos impositivos, sino a través de una mayor actividad económica que genere riqueza. Sólo una política que apueste firmemente por el apoyo a la iniciativa privada puede sacar a Grecia del hoyo.

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