Firmas

El último debate del bipartidismo

  • Rajoy habló para los votantes que apoyaron al PP en 2011 y que hoy dudan
  • La crisis del bipartidismo podría desembocar en un próximo esquema a cuatro
  • Ciudadanos y Podemos adquirirían una entidad equivalente a PP y PSOE

El Debate de ayer sobre el estado de la Nación, en puertas de un ciclo electoral de cinco consultas consecutivas que comienza en menos de un mes, ha tenido en esta ocasión llamativas singularidades.

Por un lado, esta contigüidad le confería un carácter de fin de ciclo que obligaba a exacerbar los análisis porque la conclusión del espectador había de convertirse en argumento electoral ya inamovible. Por otro lado, la disputa entre los dos contendientes tradicionales, representantes del bipartidismo en crisis, adolecía de la irrealidad que le otorgaba el saber que faltaban dos actores que, de momento y si no cambian las tendencias, habrán de ser relevantes a la hora de edificar los futuros equilibrios.

La ausencia de Podemos y de Ciudadanos otorgaban al ritual un aire hueco e irreal, máxime cuando PP y PSOE, los polos del bipartidismo imperante, han sido objeto de una acerba crítica en común por parte de las fuerzas emergentes.

Rajoy habló a sus votantes

El discurso de Rajoy, bien trabado y muy elaborado, más largo de lo normal, fue una reclamación electoral en toda regla. El Gobierno -vino a decir su presidente- ha guiado con mano diestra el rumbo del país, obviando el rescate que nos hubiera sumido en las tinieblas, hasta conseguir mediante grandes sacrificios colectivos remontar el vuelo. En 2014, el país pasó el rubicón de la crisis y comenzó a crecer y a crear empleo, con lo que ya estamos en la hora del optimismo.

Sin embargo, la situación sigue siendo delicada, y cualquier impericia del timonel podría conducirnos de nuevo a la borrasca, por lo que sería una imperdonable imprudencia poner en el puente de mando a un capitán distinto. El mensaje estaba claramente dirigido a quienes votaron al PP en 2011 y actualmente tantean otras opciones, creyendo que ya ha pasado la coyuntura que aconsejaba votar a los conservadores por lo que sería llegado el momento de matizar más, de renovar el viejo panorama.

Pedro Sánchez, por su parte, cumplió con solvencia el papel que tenía atribuido como jefe de la oposición, es decir, ejerció la crítica acerba a la acción gubernamental, aprovechando la evidencia de que, pese al cambio de signo de los datos macroeconómicos, no han salido ni mucho menos del pozo todos los ciudadanos que fueron más duramente golpeados por la doble recesión.

El crecimiento y la creación de empleo no pueden en definitiva ocultar la gravísima desigualdad que se ha cernido sobre este país y que persiste todavía, ni el insoportable desempleo, ni las secuelas de los recortes sobre el estado de bienestar, ni la pérdida objetiva de derechos laborales, etc. Rajoy, mal encajador, cometió la torpeza de recurrir a la táctica del "y tú más", cuyo abuso ha sido uno de los motores principales de la desafección social hacia el bipartidismo. La tensión alcanzó el punto álgido cuando el presidente del gobierno, fuera de sí, respondió con la descalificación personal a las acusaciones de corrupción que le vinculaban con Bárcenas.

Tiempo habrá de ponderar los efectos del debate sobre los equilibrios políticos, extraordinariamente volátiles, que podrían auspiciar el principio del fin del bipartidismo. Sin embargo, todo indica que el debate ha asentado a Pedro Sánchez, que se ha mostrado solvente y con oficio, al frente de su partido y como candidato con más posibilidades en las primarias que decidirán el cartel electoral del PSOE en las generales.

Esquema a cuatro: PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos

No era fácil la plaza, ni el contendiente, Rajoy, era presa sencilla, y Sánchez ha mantenido el pulso y hasta ha sacado de sus casillas al correoso líder popular. Algunos demógrafos y sociólogos políticos advierten de que el sistema político español se aboca a grandes cambios, que no están sin embargo escritos todavía.

La crisis del bipartidismo podría desembocar en un esquema a cuatro en que Ciudadanos y Podemos adquirirían una entidad equivalente a PP y PSOE, con los consiguientes problemas de gobernabilidad. El debate de ayer consolida sin embargo las opciones clásicas y hace desaparecer los elementos de incertidumbre que afectaban a Sánchez, ya que el joven secretario general del PSOE ha hecho méritos para reforzar su autoridad, y lo ha hecho en un tono novedoso que para muchos habrá sido un descubrimiento.

En definitiva, ayer asistimos al primer acto de un proceso complejo de redefinición del mapa político, reconstrucción del abanico ideológico y reconfiguración del mapa de partidos que se salda con el reforzamiento, veremos si provisional o no, de los grandes partidos históricos. El resto del trayecto hasta las generales está, lógicamente, por definir.

Antonio Papell, periodista.

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