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100 días de la Comisión Juncker: perspectivas y retos

  • La Comisión Juncker tiene pulso para encarrilar la UE y ofrecer liderazgo
El presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker.

La Comisión Europea presidida por Jean-Claude Juncker cumplió tres meses. Y a pesar de haber lidiado ya con varios astados de aúpa, mantiene y extiende su gracia inicial. La tarea de la Comisión Juncker es esencial para el devenir de la Unión Europea. Debe responder a varios retos de calado.

El primero, ejercer sus notables competencias, con un amplio colegio de comisarios, y de un modo efectivo, eficaz, eficiente y visible, en una Europa ancha y dispar, muy centrada en la política nacional.

En segundo lugar debe cumplir su programa de trabajo, en el que ha señalado objetivos nuevos y planes de futuro para la UE. También debe gestionar la inestabilidad que produce la inquietante situación de la economía (crisis, deflación, competitividad), de la política (Grecia radical, Reino Unido incómodo, Alemania firme) y geoestratégica (brutal desafío islamista, Ucrania desgarrada ante Rusia).

La Comisión es como el gobierno de la Unión, aunque las decisiones clave las tome el Consejo. La Comisión es un ejecutivo con responsabilidades decisivas. Pero es también un órgano staff, con una altísima capacidad de análisis de los múltiples retos de Europa. Por todo ello, así como también por el perfil político y personal del presidente Juncker, la Comisión Europea está hoy en condiciones de ofrecer a la UE estabilidad y liderazgo, solvencia y orientación. La Comisión Juncker puede, pues, liderar la Unión, ser su punto de referencia y ayudar así a que Europa se consolide en su tarea estabilizadora.

Tras los 100 primeros días de la Comisión Juncker, consideremos cinco vertientes en la que su acción puede ser clave. Primera cuestión para la Comisión es su organización y proyección. El talante más político del presidente, del vicepresidente primero Frans Timmermans y de otros significados Comisarios potenciará el liderazgo de la Comisión. Conocedora de su capacidad y de sus competencias, al implementar su programa de trabajo la Comisión podrá reducir el euroescepticismo y mostrar cómo la Unión propicia el comportamiento virtuoso de los Estados miembros.

Segunda cuestión es la dialéctica entre países. Mala pieza tiene la Unión en el telar: aquello que fuera -en términos clásicos- un mecanismo para el entendimiento entre naciones se ha convertido en un motivo de enfrentamiento. Del consenso al disenso, de la convergencia a la divergencia, a menudo hoy el amparo de la UE genera diferencias. La Unión tiene ahí un problema esencial sobre el que la Comisión Juncker puede incidir. En particular, la dialéctica sobre Alemania y sobre Grecia debiera concluir si los buenos oficios de la Comisión Juncker fructifican y ponen en valor a la Unión.

Hoy la política nacional en los Estados miembros y la Unión se influyen mutuamente de modo poderoso. La UE se ha convertido en argumento electoral: el mal está en Bruselas o en Berlín. De su lado, cada gobierno de un Estado miembro incide en la UE en tanto que tiene poder de veto en el Consejo. De ahí se deduce el auge en varios países de partidos populistas y euroescépticos, que atizan la confrontación con Europa y con un país o una persona concreta. Claro, si un grupo político semejante alcanza el gobierno de un Estado miembro, como ha ocurrido el mes pasado en Grecia, entonces toda la Unión tiene un problema serio. En otro sentido, la particular confrontación del partido conservador británico con la UE enrarece aún más al clima político europeo, y hay elecciones a la vista.

Tercera cuestión para la Comisión Juncker es la economía. Por supuesto, éste es un aspecto clave, habida cuenta de las competencias de la UE, de la gravedad de actual recesión, de sus implicaciones para el empleo, del riesgo deflacionista y de los desgastes que la euro crisis ha propiciado, especialmente en la europeriferia. Volveremos sobre este aspecto. Cuarta cuestión muy específica es Grecia. La confrontación entre naciones son las antípodas del espíritu europeo. Realmente, ahí la Comisión Juncker deberá trabajar intensamente y obtener resultados meridianos.

Y es que, en efecto, el actual caso griego en un compendio de retos esenciales a la UE (como lugar de entendimiento y ayuda al progreso), a la solidaridad (obligación y límites), a la economía (respeto del sentido común, de la capacidad de endeudarse, de la orientación en política económica) y a la democracia (representatividad y respeto de las formas). Son muchos, muchos los desafíos que Grecia plantea a la UE. De cómo se resuelvan dependerá qué sea Europa. Quinta cuestión clave a los 100 días de la Comisión son las relaciones exteriores. El soft power de la UE se ve sometido también aquí a discusión. El reto yihadista está a las puertas de Chipre y de Europa entera, y dentro de ella.

Luego, la estrategia de seguridad puede afectará a las migraciones y al buen vecindaje de los europeos. Por otra parte, y tras orientarse hacia la UE, Ucrania se ve sometida a una desmembración que quiebra la intangibilidad de las fronteras y la integridad territorial, principio ineludible de las relaciones internacionales. La Comisión y la UE deberán ayudar a minimizar estos dos severos riesgos exteriores.

En el contexto de estas cinco cuestiones clave que enfrentará la Comisión Juncker, y de un modo más concreto, su presidente se comprometió a implementar en 2015 varias grandes medidas: un plan de inversiones para Europa, la profundización de la unión económica y monetaria, una unión europea de la energía, un enfoque fiscal más equitativo y que combata mejor la evasión, una agenda europea de migración, y un paquete de medidas sobre el mercado único digital y la sociedad del conocimiento.

De estas grandes medidas, y para volver sobre las cuestiones económicas, subrayamos las dos primeras. En efecto, el plan Juncker de inversiones podrá desbloquear inversiones públicas y privadas por 315.000 millones de euros durante los próximos tres ejercicios. Por su parte, el desarrollo de la gobernanza económica europea, incluyendo un ministerio de economía y finanzas, es un propósito de la Comisión Juncker que favorecería la estabilidad económica de la eurozona y la coordinación de las políticas económicas en la Unión Europea.

Ferran Brunet, profesor de Economía Europea de la Universitat Autónoma de Barcelona.

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