El terrorismo es una amenaza táctica devenida estratégica. Táctica porque el resultado de sus acciones no deja de ser mínimo... aunque el alcance social, sociológico, lo transforma de espantosamente anecdótico (la tragedia de los muertos, heridos y mutilados) en estratégico (el descomunal impacto que tiene sobre las poblaciones afectadas). Y ésta es la cuestión fundamental: debemos acostumbrarnos a vivir en el relativo riesgo que significa poder ser víctima de algún atentado.
Aunque estadísticamente la posibilidad sea remota, es mucho más fácil que seamos atropellados por un camión a que reventemos como consecuencia de una bomba. Pero nuestra sociedad es una sociedad frágil, moralmente débil e incapaz de admitir este mínimo sufrimiento.
Otra cuestión, ésta estratégica, es la desestabilización del terrorismo estructurado, el fundamentalismo llamado islámico en áreas como Irak, Siria (califato islámico) o el cinturón saheliano. Porque en estos lugares la inexistencia de Estado, el caos creado por la analfabeta y fundamentalista Administración de George Bush hijo y en el cinturón sahelo-saheliano las condiciones sociológicas, medioambientales y políticas que muestran la evanescencia de las Administraciones post-coloniales, dan lugar a una cuestión estratégica: debe enfrentarse y confrontarse el problema como una cuestión que excede del ámbito policial para deber resolverse con una plena acción en la que la ayuda al desarrollo, la lucha contra la sequía, la refundación del Estado... y la necesaria respuesta militar (sin seguridad no hay desarrollo ni Administraciones) son absolutamente necesarias.
Pero al terrorismo, en sí mismo parte de la galaxia del crimen organizado, no se le derrotará sobre el terreno, militarmente? sino se le derrota económicamente cortando sus flujos financieros. Pero los paraísos fiscales son elemento nuclear del poder financiero, esto es? del poder político. Misión imposible.
Javier Nart, abogado.