
El problema de la caída del precio del petróleo para España se presenta en la posibilidad de estrangulación del mercado de la financiación.
Cuando en EEUU las hipotecas sub-prime empezaron a ser impagadas y los bonos que sujetaban esa financiación hicieron default muchos en Europa se preguntaron que cómo nos dañaría a nosotros. Mucho antes, cuando el bath tailandés se desplomaba muchos pensaron que eso era Asia y que nuestra protegida Europa y el mundo desarrollado estaban a salvo. Hasta aquí no podía llegar la respuesta de los conformistas y de aquellos con ideas más simples. Podría seguir con más ejemplos de las últimas crisis financieras en el mundo, sin embargo, y en contra de la primera impresión hoy sabemos que sí que nos afectó.
Son muchos los que ahora defienden que la caída del precio del petróleo es beneficioso para los países no productores de crudo. En Europa somos importadores de forma casi absoluta y por tanto la caída será un impulso. Son los mismos que hoy repiten, casi idénticamente, la pregunta: ¿cómo nos va a afectar a nosotros negativamente una caída del precio del barril, más bien será lo contrario? Piensan que las turbulencias que estamos viendo en la bolsa y mercados financieros son tan solo elucubraciones sin sentido de especuladores, menos mal que existen los especuladores sino a quien le vamos a cargar las culpas. El problema es que los que opinan que estamos inmunes no tienen presente que hay dos sectores principales en la economía: el sector real y, por supuesto, el sector financiero. En el sector financiero los contagios se dan y crean problemas que, de generalizarse y propagarse, terminan afectando a la economía real gravemente. Los "cortocircuitos financieros" estrangulan el crédito, ya sea bancario o en forma de shadow banking, lo que impide la financiación del sector privado, complica la del sector público y además de golpea al alza los diferenciales que deben pagar los que se financian. Produce un efecto que lleva a acaparar dinero, liquidez, y por tanto incide en menor consumo y en deflación, efecto que se amplifica si encima estamos en una contracción de balances por exceso de financiación, como ocurre actualmente. Ahí está el problema que en estos momentos presenta el desplome del precio del "oro negro", es un problema financiero que si estalla podría hundirnos nuevamente en el fango de una recesión profunda.
Insisto, el problema de la caída del precio del petróleo para España se presenta en la posibilidad de estrangulación del mercado de la financiación. Esta crisis nació por un problema del sector financiero y desde el mismo se extendió, y de que manera tan tremenda, a la economía real. Teniendo presente esta premisa me pregunto si hemos aprendido algo de la reciente depresión.
En la actualidad con la caída del precio del petróleo y de extenderse en el tiempo, son muchos los países -los productores de petróleo- que pueden tener serios problemas económicos. Rusia puede ser un buen ejemplo para fijarnos: fuerte contracción económica, devaluación de su divisa, alza de la inflación, caída de las reservas y tensando al máximo un impago de su deuda, -por cierto el default ruso es un escenario cada vez más contemplado-. Ese impago se propagaría a la banca y mercados de financiación de las diferentes áreas -efecto dominó- elevando el coste de financiación y restringiendo un crédito que de forma tímida ha empezado a aparecer. Pero no solamente son los países dependientes de los ingresos del petróleo para mantener sus presupuestos (Rusia, Angola, Congo, Venezuela, Ecuador, Colombia, Argentina) los que presentan riesgo de impago, también se extiende la sombra a las propias empresas, especialmente americanas, nacidas al amparo de la extracción de petróleo a través del fracking. Este diario recogía esta misma semana la noticia sobre uno de las primeras víctimas, concretamente la empresa WBH Energy que se habría acogido a las leyes de bancarrota americana debido a no poder pagar a sus proveedores y acreedores. Al igual que esta empresa han surgido en EEUU muchas otras que con el precio actual se ven atrapadas y que pueden desencadenar una oleada de impagos en América. Nuevamente nos metemos de lleno en los problemas de las burbujas financieras y la posibilidad de que sus efectos golpeen a la economía real.
La posibilidad de que al calor de las medidas de expansión monetaria en EEUU se haya creado una burbuja financiera no es gratuita. La propia Reserva Federal es consciente de esta posibilidad y así lo contempla. Mucha de la financiación facilitada por la Fed ha sido utilizada para comprar bonos de las empresas de fracking, la mayor parte de ellos bonos high-yield o si lo prefiere bonos basura. El dato es elocuente: de las 97 empresas calificadas del sector por S&P, 75 tienen un rating inferior a investment grade. Esta financiación se habría realizado a tipos de interés muy bajos que ahora ante la posibilidad de subida de tipos por la Fed, ha generalizado ventas masivas de los mismos.
Con estos precios del petróleo muchas empresas americanas de crudo no convencional podrían verse abocadas a la banca rota y afectaría a muchos inversores, bancos, fondos de inversión y pensiones y compañías de seguros. La caída del precio del petróleo sí genera problemas, no en la economía real de los países importadores, sino en forma de amenaza al sistema financiero mundial. El sistema financiero, más el europeo, todavía no se ha rehecho de la última crisis; una recaída del mismo podría tener graves consecuencia y devolvernos a la recesión.