
Barrack Obama ampliará los ataques aéreos contra el Estado Islámico (EI). Enviará asimismo 475 militares más para entrenar, asesorar y equipar a las fuerzas iraquíes y kurdas.
Destacan cuatro puntos fundamentales: no se enviarán tropas terrestres; apoyo a los sirios moderados; inexistencia de un límite temporal y formación de una coalición internacional.
Tras la invasión de Irak, con más de 4.480 muertos, los norteamericanos no involucrarán tropas de tierra. El mandatario subrayó que los efectivos adicionales no estarán en misión de combate.
En cuanto a Siria se ha aprobado una partida de más de 500 millones de dólares para equipar y entrenar a los rebeldes moderados, que, aparte de combatir contra el EI, lo hacen desde 2011 contra el régimen de Bachar Al Asad. Para los dirigentes árabes, la escasa ayuda de EEUU a los insurgentes ha motivado su fracaso tanto frente al Ejército sirio como ante los yihadistas.
Diferencias con Bush
Hay así dos grandes diferencias con respecto a las guerras al estilo de George W. Bush: una es que Washington prefiere un ataque aéreo (en ocasiones no tripulado) complementándolo con ayuda logística y militar a la oposición siria y al recientemente formado débil Gobierno iraquí. Al no comprometer tropas, Obama espera reducir el coste político de embarcarse en otra guerra tras haber prometido no hacerlo.
La otra divergencia importante es que en esta ocasión EEUU cuenta con aliados internacionales. En la reciente cumbre de la OTAN, se anunció una coalición con otros países occidentales. Paralelamente se ha llevado a cabo una maratoniana gira internacional para conseguir aliados en esta tarea. El secretario de Estado, John Kerry, ha podido conseguir el apoyo de varios socios en la OTAN y algunos vecinos árabes de Siria. En dos semanas la coalición se discutirá a fondo en la Asamblea General de Naciones Unidas y el presidente participará en una reunión del Consejo de Seguridad con el fin de movilizar a la comunidad internacional en torno a este esfuerzo.
Más de 40 países integrarán la fuerza de coalición que combatirá a los yihadistas en diferentes frentes. Pero la táctica queda debilitada al no conseguir el total apoyo de Turquía y Arabia Saudí. Los yihadistas tienen 46 rehenes turcos en Irak y Ankara teme represalias. Con Arabia Saudí, clave en cualquier intento de erradicar el yihadismo, ha habido un principio de entendimiento al aceptar albergar bases de entrenamiento. Y queda la esencial cuestión de Irán: ¿llegará a formar parte de esa alianza? Para tener futuro la estrategia tiene que contar con estos tres socios clave.
Opinión pública
La opinión pública estadounidense - a corto plazo - está con Obama. Esta vez parece no experimentar el nivel de reticencia que en ocasiones anteriores. La crueldad de las acciones del EI y, sobre todo, los vídeos mostrando la decapitación a sangre fría de dos periodistas norteamericanos han sido cruciales en esta sensibilización. En una encuesta del Pew Research Center, el 67 por ciento de los entrevistados coinciden en opinar que el EI es una de las amenazas más importantes contra su país. Hace tres semanas el 54 por cien apoyaba la decisión de Obama de lanzar ataques aéreos contra el EI en Irak. Ya es el 71 por cien. Y el 65 por cien está a favor de extenderlos a Siria. No obstante, la mitad sigue preocupada ante la posibilidad de que EEUU "vaya demasiado lejos" en su intervención.
Algunos de los muchos conflictos de Oriente Medio hubieran podido evitarse con una menor tolerancia de regímenes autoritarios por parte de Washington. Y también con una mayor ecuanimidad en el eterno drama palestino. EEUU fracasó tanto en Afganistán como en Irak. Las invasiones y las políticas contraproducentes han creado un vacío político que permite masivas injusticias y, con ellas, la expansión del EI.
Hasta ahora los norteamericanos han mostrado, de sobra, que saben cómo empezar una guerra. El problema es que no saben cómo terminarla. ¿Pueden ser las cosas distintas esta vez? A diferencia de su antecesor y su peligrosa "guerra global contra el terrorismo", el presidente ha evitado la palabra guerra.
De momento, ha logrado generar en el Congreso un consenso bipartidista sobre la intervención. La campaña durará hasta que se derrote al EI tanto en Siria como en Irak. Como ha advertido el mismo Obama, el esfuerzo será grande y la operación puede durar años. Y, más allá de las cuestiones semánticas, es esta duración imprecisa la que determinará la resistencia tanto de la coalición internacional como el favor y firmeza de la opinión pública.
Marcos Suárez Sipmann, analista de relaciones internacionales