
Pese a que el primer ministro Benyamin Netanyahu señala que "mil terroristas de Hamas murieron" y "arsenales de armas y túneles fueron destruidos" lo cierto es que Israel ha quedado como antes de la masacre llevada a cabo en Gaza. Aunque para su defensa cuenta con el beneplácito de Washington y el apoyo de las principales potencias europeas, son cada vez mayores las críticas a nivel internacional.
Hay que diferenciar entre los túneles fronterizos y los internos. Lo que Netanyahu alegó tras los recientes bombardeos masivos es que tanto los fronterizos como los internos han servido para abastecer de armas a Hamas. Esto no se corresponde con la realidad. Los primeros tenían salidas tanto a Israel como a Egipto y eran usados para el tránsito de armas y municiones. Pero a raíz de la construcción del muro militarizado, la destrucción del puerto y el aeropuerto y la imposición del bloqueo económico israelí, la demanda social impulsó la de los puntos de venta de otras mercancías necesarias para la vida cotidiana y comenzó la construcción y ampliación de los segundos, una red de túneles al interior de la zona que reconfiguraría la vida económica de los ciudadanos. La muy precaria situación humanitaria causada por el bloqueo llevó a algunos ciudadanos gazatíes a empeñar incluso la dote de sus esposas para hacer inversiones conjuntas y construir túneles desde el sótano de sus casas hasta algunos centros de distribución. Fenómeno que llevó a la modernización de los túneles interiores que, por primera vez, sirvieron como válvulas de escape y seguridad para los mayoristas. Aliviaron asimismo la escasez de algunos productos como gasolina, medicinas, comida, ropa, zapatos, tabaco, y otros productos transformando la industria de los túneles, improvisada y clandestina, en una empresa comercial regulada y burocratizada por Hamas.
Reconquistar a la ciudadanía
El desafío de Netanyahu será reconquistar el respaldo de importantes sectores de su ciudadanía. Una dura tarea política que también le espera en el frente internacional, donde la labor no será menos difícil. El ministro israelí de Finanzas, Yair Lapid, ha propuesto que su país y varios países árabes deberían trabajar juntos para reconstruir la Franja de Gaza al tiempo que desarman a los extremistas de Hamas. Lapid, miembro del partido de centro, quiere realizar una conferencia regional con los egipcios, los saudíes y los Estados del Golfo. Una llamada difusa y con pocos visos de poder llevarse a efecto, ya que Hamas ha hecho saber que nunca depondrá sus armas y por otra parte no se conoce la reacción de los países árabes ante una conferencia de esa naturaleza si algunos de ellos, como Arabia Saudí, carecen de vínculos formales con Israel.
Sucede que los extremistas de Hamas y los radicales israelíes se necesitan mutuamente. La existencia de unos y otros son la mejor garantía para ambos de perpetuarse en el poder. Es sabido que algunas figuras de la cúpula de Hamas no viven en Gaza -donde los palestinos a quienes dicen representar son la eterna carne de cañón- sino en lujosos hoteles en Qatar. No obstante, es aun más grande la responsabilidad israelí. Si el gobierno de Tel Aviv se niega a hablar con terroristas, no es menos cierto que ha bloqueado sistemáticamente a la Autoridad Palestina impidiendo cualquier diálogo constructivo. El gobierno de Mahmud Abas, que fue excluido de Gaza por Hamas, ha sido debilitado y ninguneado por Netanyahu.
Tierras ocupadas
El último ejemplo: a pocos días de alcanzarse la tregua definitiva en Gaza el Gobierno israelí ha anunciado la mayor apropiación de tierras ocupadas en Cisjordania en 30 años. Como es habitual a Netanyahu no le importa en absoluto que esto sea considerado ilegal por la ONU y casi todos los Estados del mundo, incluido su aliado y valedor incondicional EEUU. Una nueva puñalada en la espalda de Abas por parte de Tel Aviv que, mientras negocia con Hamas, destruye al mismo tiempo las opciones para lograr un verdadero acuerdo de paz con los moderados como denuncia la organización israelí Paz Ahora. Tanto Netanyahu como Hamas cantan victoria. Han aceptado un pacto propuesto por Egipto que, sin embargo, explican de formas tan opuestas que parecen referirse a acuerdos distintos. Los radicales ganan y ambos pueblos pierden. Especialmente el palestino abandonado por todos. Mientras no exista una solución política justa seguirá el bloqueo asfixiante de la Franja y volverán las armas y los túneles. Y si la comunidad internacional sigue sin hacer nada una nueva carnicería está próxima.
Marcos Suárez Sipmann, analista de Relaciones Internacionales