Firmas

La memoria corta de la crisis bancaria

  • La sociedad considera al banquero como el responsable de gran parte de la crisis

El 14 de marzo de 2014 se celebró la Junta General de Accionistas del BBVA. En ella, entre otras cosas, el presidente de la entidad; Francisco González, reclamaba más transparencia para recuperar la confianza en el sector bancario español e indirectamente en la economía española. No es la primera vez que lo hacía, ya a finales del mes de enero durante la presentación de resultados, comentaba que el origen de la crisis estaba en las cajas de ahorros, no en todas pero sí en la gran mayoría. Entonces era necesario explicar quiénes habían sido los responsables, pues el daño causado era enorme, tanto al propio sector como a la economía española.

La sociedad española también reclama transparencia, ya que las ayudas públicas concedidas al sector bancario han sido cuantiosísimas y el contribuyente necesita, además de encontrar a los responsables, saber con la mayor certeza posible por qué y cómo pudo suceder la más importante y costosa crisis bancaria registrada en la historia de nuestra economía.

Y es que la sociedad española considera al banquero (bancario mejor dicho) el causante directo y responsable de gran parte de la crisis económica. Considera que recibe elevadas remuneraciones, a la vez que lo identifica como el responsable de la ausencia de crédito cuando más necesario resulta para las empresas en general y pymes en particular. Por si fuese poco lo anterior, lo acusa de vender productos que muchos directores de sucursales bancarias ni siquiera comprendían o de incorporar en las hipotecas cláusulas suelo abusivas que llevaban implícitas instrumentos derivados de los que no habían informado adecuadamente a la clientela.

Ahora con más perspectiva, se puede comprobar como desde el inicio de la crisis el sector bancario se ha visto superado por la realidad y probablemente no ha realizado el suficiente esfuerzo requerido para recuperar el deterioro de su imagen y confianza. En la confianza, recuérdese, es donde reside la esencia del negocio bancario. En estos momentos tan difíciles aún, pero no tan críticos como los pasados, se impone recuperar la confianza, desde las entidades sistémicas a las más pequeñas, desarrollando junto con las instituciones un trabajo conjunto. Desde luego, el presidente de la Asociación Española de Banca debe de ser un gran catalizador de estas iniciativas y no digamos el Banco de España.

Pero vayamos por partes, aunque solo nos referiremos a las más esenciales. Lo primero que se debería destacar, es que no todas las entidades financieras han recibido ayudas públicas. En este sentido, se debe enfatizar que sólo las cajas de ahorros, y tampoco todas, han recibido estas ayudas. Sin embargo, y adicionalmente a esto, todas las entidades tienen que reconocer, aunque sea en la medida que les corresponda, que han realizado malas prácticas en la época de bonanza.

Este reconocimiento no sólo mejora la percepción de la sociedad española y de los inversores internacionales en el sector financiero, sino que además será clave para la recuperación y consolidación de la economía. Sin un sector financiero fuerte y saneado y será muy difícil que la economía española se recupere, se robustezca y sea competitiva.

Otro aspecto a tener en cuenta es el papel desempeñado por un nuevo jugador sumamente activo como son las redes sociales, que aceleran la difusión de información en Internet, haciendo que los acontecimientos se conozcan en tiempo real e impacten de forma global, y que el clamor social se propague de manera instantánea advirtiéndose, en esta nueva correlación de fuerzas, un traslado del poder de decisión de los bancos hacia los clientes, inversores y la sociedad en general.

La labor de recuperar la confianza y la transparencia del sector bancario requerirá desde luego tiempo, pero es absolutamente necesario que se tomen de inmediato las medidas pertinentes, sino se quiere que las consecuencias sean irreversibles en el medio y largo plazo.

No ayudan a toro pasado, las declaraciones como las del presidente cesante de la Comisión Europea; Durao Barroso, en las que criticaba la supervisión de las cajas de ahorro en España. No resultan especialmente afortunadas, proviniendo de una persona que ha detentado el cargo durante muchos años y que sólo al final de su mandato, cuando apenas le quedan unos pocos días en su puesto, viene a criticar la supervisión llevada a cabo. ¿Por qué no realizó esta crítica antes de que estallara la crisis? ¿Por qué no hace autocrítica de los errores cometidos por la Comisión en este tema? ¿Es el Banco de España el único culpable de la supervisión? ¿Por qué no alertó el Banco Central Europeo, la propia Comisión u otro organismo comunitario de la situación que se avecinaba? En definitiva, criticar a otros eludiendo las propias responsabilidades en el momento en que se abandona el cargo, no parece ser la mejor forma de impulsar la transparencia y la autocrítica que estamos reclamando.

Desconocemos cuál era el color del abismo donde se situaba la banca española, o cómo era en el caso de Bankia según lo declaraba su presidente, José Ignacio Goirigolzarri, que lo hacía utilizando la misma tribuna de Durao Barroso. Sea el color que sea, necesitamos saber para al menos no cometer los mismos errores como dice el presidente de BBVA, pues de no saberlo corremos el riego de que solo se quede registrado en la memoria corta de la crisis bancaria española.

Ramón Casilda Béjar, profesor del Executive Master en Dirección de Entidades Financieras. Instituto de Estudios Bursátiles (IEB).

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