
Desde hace meses, todas las semanas conocemos datos de coyuntura que empiezan a dibujar la imagen de la salida de la crisis en nuestro país. Tras cada índice positivo, se extiende la ilusión y las predicciones de que, ahora sí, los brotes verdes arraigarán. Consumo, exportaciones, turismo, crecimiento del PIB, pero los ciudadanos siguen mostrando su preocupación por la evolución del paro, todavía muy alejada de la de otros países de nuestro entorno.
Los más incrédulos esperaremos a que la caída del desempleo nos lleve de nuevo a los niveles de paro de finales de 2007, para reconocer que dejamos atrás la crisis. Hay otros, más optimistas, quizás al hilo de las próximas citas electorales, que empiezan a repetir eso de que España va bien. Y ahora tienen otro dato que, por su correlación con la situación económica, podría servirles para esa apreciación.
La crisis: antídoto del mal de amores
En lo que va de año, divorcios y separaciones aumentan a un ritmo del 12%, en todas las comunidades autónomas, menos en Canarias. La crisis se había convertido en un antídoto para el mal de amores, reduciendo drásticamente el número de divorcios... quizás porque no había dinero ni para eso. Los expertos consideran que la situación financiera de las familias no permitía afrontar una separación, que los afectados no pueden costear dos hogares. También hay menos matrimonios, menos hijos...
Sin embargo, si la economía repunta, los divorcios podrían vivir otra época dorada, y eso que debieran estar mal vistos entre una población cada vez más preocupada por el ecologismo, ya que atentan contra la preservación del medio ambiente, aceleran el cambio climático y contribuyen a la pérdida de biodiversidad.
No, no lo digo yo, es la conclusión de un estudio de la Universidad de Michigan. Las separaciones crean un buen número de unidades familiares que antes no existían. Gastan más electricidad y agua por persona, utilizan más recursos energéticos y generan más residuos, incluidos los gases de efecto invernadero. Así pues, aguantemos.
José Luis Fraile, Jefe de Redacción.