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Antes de la moneda única los países deberían converger económicamente

Julio Anguita, ex coordinador general de IU. Foto: Archivo.

La respuesta del Consejo Europeo a la propuesta de la Comisión Interparlamentaria de Roma vino en forma de tratado que entró en vigor en 1993. Recibió el nombre de la ciudad holandesa en la que se aprobó: Maastricht. Debido a la influencia determinante que el Tratado de la Unión Europea ha tenido, y tiene, se impone un análisis pormenorizado que ayude a entender el hoy.

El anterior Tratado del Acta Única se orientó hacia tres objetivos: El Mercado Interior Único, la Unión Política y la Unión Económica y Monetaria. En Maastrich se abandonó la Unión Política y cualquier referencia al federalismo como consecuencia de la oposición cerrada del Reino Unido. En concordancia con esto último la Política Exterior de Seguridad Común (PESC) quedaba reducida prácticamente a nada.

Juzguen los lectores; el artículo B del Tratado dice que la Unión tendrá entre sus objetivos definir su identidad internacional, mediante la realización de una PESC "que incluirá, en el futuro, la definición de una política de defensa común que podrá conducir, en su momento, a una defensa común".

Ni el genial Cantinflas podía haberlo más abstruso. Y es que ya en noviembre de 1991 la Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la OTAN acordó en Roma que la defensa común de Europa estaba garantizada por EEUU. La Unión Económica y Monetaria ligadas al mercado interior fueron los objetivos sobre los que el Tratado se volcó plenamente.

Y es aquí donde se hace indispensable seguir la lógica de Maastricht. La filosofía explícita del Tratado es que la Unión Monetaria es solamente la culminación de un proceso previo de convergencia de las políticas económicas y de observancia de unas normas macroeconómicas mínimas. Es decir, antes que la moneda única debe haberse realizado la convergencia económica entre los miembros de la Unión. Este es el asunto clave ya que la inversión temporal de ambos conceptos conduce al estancamiento actual.

Julio Anguita, excoordinador general de IU.

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