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'Banca en la sombra' y riesgo sistémico

  • España es el país donde menos crece esta alternativa de financiación
  • Las empresas tienen que dotarse de equipos para captar recursos financieros
Imagen de Thinkstock.

Ante la caída y dificultad de obtener financiación bancaria, fuente tradicional de recursos, tanto para empresas, pymes, emprendedores y familias, el crédito es un tema de máxima actualidad.

De forma creciente, los agentes económicos con necesidad de recursos han vuelto sus ojos hacia otras alternativas de financiación, heterodoxas y conocidas como shadow banking -en castellano, banca en la sombra-.

Una financiación diferente

No hay aún una definición universalmente aceptada, ni siquiera una mera tipología de estas actividades, en todo caso y enfocado de forma amplia y de acuerdo con las pautas de la Financial Stability Board, FSB, estaríamos hablando de toda forma o actividad de financiación diferente del crédito bancario.

Me permito señalar que aún manteniendo una visión muy amplia, tanto los mercados bursátiles tradicionales o alternativos, en nuestro caso el Mercado Alternativo Bursátil o MAB, así como los mercados de capitales o de renta fija, incluido el MARF, parecen quedar fuera de esta denominación.

No por falta de definición el tema es baladí: el shadow banking alcanza ya un volumen considerable. La FSB estimaba en su último informe y refiriéndonos al ejercicio 2012 que estaría cercano al 120% del PIB mundial, representa casi un 25% de los activos financieros emitidos.

EEUU es el país con mayor penetración en este segmento, sin embargo el crecimiento que se da en países como China, Argentina, India y Sudáfrica arrojan ratios superiores al 20%.

Curiosamente España, frente a esta tendencia mundial, es de los países con peor comportamiento aún cuando sus necesidades de financiación adolecen de un claro déficit de fondos. Justo es indicar que la difícil situación en nuestro país condiciona la evolución pero todo parece indicar que en España, en el momento que presente crecimientos sólidos, la banca en la sombra jugará un papel decisivo.

Las previsiones sobre un crédito más escaso y más caro por parte de los bancos, la necesidad de diversificación de las fuentes de financiación, la actividad de los emprendedores, el necesario aumento de tamaño de nuestras pymes, además de su apertura a mercados exteriores, son razones que con otras no recogidas aquí, llevan a prever un futuro más que prometedor. Por otra parte los inversores, ante la fuerte caída de rentabilidades durante un periodo que todo indica será largo, pueden comenzar a ser mucho más activos de lo que hasta el momento lo han sido, incluso no es descabellado hablar de que si se le presta atención y con los convenientes apoyos de comunicación las posibilidades son halagüeñas.

Ante este panorama desde diferentes foros, organismos e instituciones se han comenzado a extender los mensajes de alerta, poniendo la vista en la falta de regulación. Una regulación que por otra parte sí existía entre la banca pero que no fue suficiente para garantizar que un tren llamado Lehman Brothers no descarrilara o que en el caso español fuera capaz de garantizar la supervivencia de las cajas de ahorro, con la consiguiente factura a los contribuidores.

¿De qué actividades hablamos?

Detrás de todo ello subyace el famoso riesgo sistémico o, si prefieren, aquellos eventos que en caso de producirse alteran el equilibrio del sistema financiero. Pero quizá mucho antes que comenzar a hablar de regulación, lo primero sería definir qué actividades se encuadran dentro de la banca en la sombra, pues podríamos hablar de mecenazgo, pasando por hedge funds, por complicadas estructura de titulización de préstamos -CDO's- que los bancos vienen utilizando para "evacuar" sus balances, capital riesgo, business angels, por citar alguna de sus variedades.

Sería bueno también que para su regulación se tenga en cuenta quiénes son los inversores, pues estoy convencido que cuando hablamos de alguna de sus facetas nos encontramos con que la inversión se lleva a cabo por gestores de fondos de inversión, fondos de pensiones, compañías de seguros o incluso los propios bancos, es decir inversores profesionales. Ni siquiera la propia banca parece tener un argumento común al respecto. Algunas entidades claman por su regulación, otras por el contrario están ya apostando por ella. A ello hay que añadir los nuevos jugadores tecnológicos que con sus canales de distribución pueden popularizar estos canales alternativos.

También sería conveniente escuchar a los que demandan crédito y se encuentran con grandes obstáculos. Por supuesto los emprendedores, pero también empresas, pymes y consumidores que ante unas condiciones adversas de crédito tienen que diversificar sus fuentes de financiación, si se encuentran esa puerta está cerrada.

Desde luego y como vengo insistiendo desde hace tiempo hay un nuevo campo de juego en el tema de la financiación, las empresas deberían comenzar a considerar que la financiación es un campo tan primordial para su supervivencia como el de la venta de sus productos y servicios, tendrían que dotarse ya de equipos que busquen e indaguen en la captación de los recursos necesarios para su funcionamiento y supervivencia.

La sensación es que nos hubieran acostumbrado a una potente droga llamada financiación, aquella que nos llevó a esta grave crisis y ahora intentarán por todos los medios regular y recortar su adquisición. Algunos identifican shadow banking con una nueva crisis, al final seguimos hablando del enorme crédito acumulado y el peligro que eso conlleva.

Miguel A. Bernal Alonso, profesor y coordinador del Departamento de de Investigación del IEB.

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