Bruselas cumplió ayer el trámite de consultar a los reguladores de todos los 28 Estados miembros de la UE sobre la compra de la operadora alemana E-Plus por parte de la filial germana de Telefónica. A estas alturas de la fiesta, lo suyo debió ser un acto sin trascendencia. Casi un paripé, una simulación, un formalismo gratuito debido al carácter consultivo del denominado Panel Europeo de Competencia.
La Comisión Europea lleva muchos meses analizando de forma puntillosa la concentración del mercado germano de la telefonía móvil, por lo que el parecer de los distintos reguladores nacionales no alterará el sentido de la decisión al departamento que dirige Joaquín Almunia.
Pese al carácter confidencial del referido panel, fuentes conocedoras de la situación apuntaron a este periódico que tanto el regulador alemán (Bundeskartellamt), como el británico (Ofcom), arrugaron el ceño y recelaron ante la integración de las marcas O2 y E-Plus. Si por ellos fuera, tumbarían la creación del futuro líder de la telefonía alemana, colocando palos en las ruedas para que Telefónica no pudiera crecer ni competir con otros gigantes globales del sector. Por el contrario, el resto de supervisores de los estados miembros no pusieron especiales objeciones, entre los que se encontraba la española CNMC.
En cualquier caso, poco importa todo lo anterior, ya que la reunión de reguladores fue un intercambio de intenciones, carente de fuerza vinculante, como es preceptivo en todas las cumbres del referido panel.
Tengan por seguro de que la compra de E-Plus por parte de Telefónica recibirá el visto bueno de Bruselas y que posiblemente será el 2 de julio. Eso sí, el Ejecutivo comunitario impondrá una serie de condiciones más o menos razonables al grupo español. Será lo deseable y necesario. Pero al margen de los intereses particulares, esa luz verde para la compra de E-Plus alumbrará el camino para el resto de grandes telecos que también ambicionan participar en el proceso consolidación que pide a gritos el sector en Europa.