Los vaivenes, entre la UE y Rusia, de Ianukóvich, que acabaron con aquel Gobierno ucraniano, se debieron a sus dudas en el campo económico. El texto del borrador del acuerdo de asociación con la UE que Ianukóvich pensó suscribir sólo se redactó en inglés, por lo cual resultó inaccesible para la mayoría de la población. Ianukóvich pensó entonces que Ucrania podía salir del atolladero económico en el que estaba si el FMI echaba una mano.
Pues bien, en tan graves circunstancias, el FMI no hizo otra cosa que sacar el recetario: bajar salarios y pensiones y subir impuestos (la verdad es que esta gente siempre toca la flauta como Bartolo, con un agujero solo). La inmensa mayoría de los jubilados ucranianos reciben considerables ayudas estatales para pagar los gastos de comunidad, de gas y electricidad, y es que allí el monto de las pensiones no alcanza para cubrir el coste de la vida ni de lejos.
Pues bien, la primera condición del FMI fue suprimir tales ayudas, además de reducir las pensiones desde un promedio de 168 euros a uno de 80, lo cual significaba dejar a la mayor parte de los pensionistas por debajo del umbral de pobreza. El FMI, siempre tan perspicaz, pretendía también eliminar los subsidios por maternidad en un país que ha visto bajar su población desde la independencia de casi 52 a 45 millones de habitantes.
¿Qué pasó? Pues que estando en vísperas de las elecciones (2015), Ianukóvich no pudo ni quiso imponer medidas tan antisociales y las negociaciones con la UE sobre una posible ayuda económica quedaron en punto muerto. Entonces el presidente ucraniano se volvió hacia Rusia y logró una reducción del precio del gas y un préstamo de 15.000 millones de dólares? y estallaron las protestas anti-rusas que acabaron con él y con la integridad territorial del país. Amén de abrir una crisis étnica de muy difícil solución. Desde luego, la visión política de la UE y del FMI es para hacérsela mirar por algún oculista de prestigio.
Joaquín Leguina. Estadístico.
