
En un mundo lleno de marcas mundiales, el deporte ha seguido siendo nacional o regional durante mucho más tiempo que los demás productos. Pero eso va a cambiar porque la Copa del Mundo tendrá la mayor audiencia de su historia y la seguirán ávidamente desde todos los rincones del mundo.
EEUU empieza a entenderlo y también China (deben adoptar este deporte con los brazos abiertos para que sea verdaderamente global). De los grandes países, sólo India permanece indiferente a su atractivo. Tradicionalmente, el fútbol ha sido una inversión nefasta, incluso peor que las películas y las aerolíneas. Ha dilapidado fortunas a una escala colosal pero en cuanto logre el predominio global podrá adquirir un valor auténtico y varios clubes cotizados y emisoras se beneficiarán de la emergencia de la economía del fútbol. El hecho de que el deporte haya seguido siendo tan regional era una anomalía, dada su facilidad para cruzar fronteras y culturas. No hay barreras lingüísticas y la tensión de un partido reñido es idioma universal.
Aun así, todavía no hay un deporte totalmente global. El golf y el tenis se juegan por todas partes pero nunca han sido deportes de masas, el boxeo no es tan grande como lo fue; las carreras de Fórmula 1 no han dejado demasiada huella en Norteamérica. El fútbol, sin embargo, sí lo está haciendo. Ha salido a paso firme de sus feudos en Europa y América del Sur para conquistar el resto del mundo. En Norteamérica se empieza a adoptar el fútbol que se juega con el pie. Los partidos reciben una media de 20.000 espectadores y se acercan a los 30.000 del béisbol de la primera liga. A partir del próximo año, la liga nacional tendrá 21 equipos y empieza a atraer dinero de verdad y jugadores decentes. Ha habido muchos falsos amaneceres para el fútbol en EEUU pero éste podría ser el definitivo. Asia ya se ha subido al tren. Corea del Sur es un país muy futbolero, lo mismo que Japón. Por supuesto, China es el mercado más importante y el deporte también crece allí. Rusia es una potencia creciente del fútbol y albergará el próximo Mundial. También Oriente Medio, donde se celebrará el torneo de 2020 (aunque las circunstancias de la victoria de Qatar sean dudosas).
El fútbol ha sido siempre el deporte africano y, a medida que el continente se enriquezca, sus equipos adquirirán importancia. Los jugadores de África ya copan las ligas europeas. La economía del fútbol es potencialmente inmensa. Pongamos el Reino Unido: en estos veinte años, según Deloitte, los ingresos de la primera división han pasado de 170 millones de libras a 3.200 millones, multiplicándose 18 veces. Y eso es sólo un país. Por todo el mundo, los ingresos serán mucho mayores y de una base menor en algunos países pueden crecer igual de rápido o más. No hay muchas industrias con esa clase de índice de crecimiento ni el mismo potencial de expansión futura. Hasta Internet parece lento por comparación. Por supuesto, nadie en su sano juicio ha querido acciones de un equipo de fútbol. El magnate británico Alan Sugar, propietario del Tottenham Hotspur, lo ha descrito como la "economía del zumo de ciruela" porque lo que entra por un lado sale directamente por el otro. Los salarios y traspasos de los mejores jugadores son extravagantes. A medida que se gana más dinero, los salarios se disparan.
Ilustrémoslo de nuevo con Reino Unido, donde de los 3.200 millones de libras que obtuvo en ingresos la Premier League inglesa, 2.200 millones los gastó en salarios. Como en la banca de inversión o en las películas, hay tanta competencia de talentos que las empresas no sacan nada. Peor aún, el fútbol suele ser un proyecto de vanidad de oligarcas rusos o pequeños estados ricos en petróleo. La diferencia en la próxima década es la emergencia de las megamarcas.
Anteriormente, los equipos estaban muy arraigados en sus comunidades y los magnates se gastaban lo que hacía falta para que ganasen. En una industria globalizada del fútbol, aparecerán unas pocas marcas grandes. Manchester United ya está ahí, junto al Real Madrid, Barcelona, Juventus y Bayern de Munich. Paris Saint Germain podría unirse pronto. Con el tiempo, lo harán los equipos de las dos mitades de América, Asia, Oriente Medio y África.
Seguirán teniendo que pagar sueldos astronómicos a sus mejores jugadores pero también dispondrán de marcas más potentes que puedan exigir el precio máximo a los patrocinadores y emisoras. Si lo hacen bien, serán rentables. Algunas marcas ya están cotizadas. Manchester United cotiza en Nueva York y, tras una temporada inusualmente mala, podría ser barato. Juventus cotiza en Italia, al igual que Lazio y AS Roma. Borussia Dortmund cotiza en Alemania. Con el tiempo, otras saldrán a bolsa también. Las emisoras que se hagan con derechos del fútbol podrían aumentar el poder. British Sky Broadcasting cuenta con la posición más fuerte en el mercado británico. En Alemania, Sky Deutschland, propiedad mayoritaria de la 21st Century Fox de Rupert Murdoch, es el actor principal. Los derechos de eventos deportivos, como los jugadores, cuestan una fortuna, pero eso no significa que no sean rentables.
De una manera u otra, se ganará mucho dinero con el fútbol en la próxima década. La mayoría irá a parar a los jugadores pero parte llegará a los inversores. Lo suficiente como para que valga la pena considerarlo.
Matthew Lynn, Director ejecutivo de Strategy Economics.