Desde este páramo político, intelectual y de carencia de proyecto europeo en el que ejercemos el derecho al voto, resalta por contraste con el pasado, la vitalidad de ideas y propuestas de otras épocas. La década de los sesenta se caracteriza por una crisis política en la que se van configurando los dos proyectos que sobre Europa existían. Para sintetizar hablaremos de las figuras de Jean Monnet y Charles De Gaulle.
El primero sostenía la construcción europea como una integración económica y política en un una entidad federal. Para De Gaulle el proyecto europeo consistía en una "cooperación organizada de Estados hacia lo que será una importante confederación".
Para Monnet Europa asumiría el papel de una supranacionalidad; para el general, los Estados no podían desaparecer; es lo que se llamó "la Europa de las Patrias". Kennedy, coincidiendo con Monnet, planteaba una Europa unida que plantease una defensa común con EEUU y que consiguiese de USA "y otros países una eliminación de barreras aduaneras, de resolver los problemas de divisas y de materias primas". Parece que estemos ante los prolegómenos de la oscura, opaca y poco democrática negociación del Tratado de Libre Comercio de nuestros días.
Por su parte, De Gaulle, desconfiando de USA y Gran Bretaña, concebía a Europa como un poder independiente del primero y sin concesiones hacia la segunda. La salida de Francia de la OTAN en 1966 y el segundo veto a Gran Bretaña en 1967 así lo confirma. Esta posición tuvo como corolario el cambio ante la URSS. De una Europa integrada exclusiva por los países occidentales, De Gaulle pasó a defender en 1966 en el Kremlin "la Europa del Atlántico a los Urales".
Esta síntesis histórica de una época cercana nos enseña cuan pobre y mezquina es la actual construcción europea de la UE. Empezamos a comprender el corte brutal que el Tratado de Maastrict en 1992 supuso con una época más lúcida que la presente. La Historia lo confirmará.
Julio Anguita, ex coordinador general de IU.