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La UE avanza hacia una mejor gestión del seguro

Ahora que ya tenemos fecha de entrada en vigor de Solvencia II, el 1 de enero de 2016, es bueno recordar las ideas fundamentales que dieron lugar al inicio de este proyecto, volver al origen para no perder la perspectiva. Hay que recordar que este proyecto se inició hace más de 10 años y que a lo largo de su desarrollo ha pasado por una de las mayores crisis financieras que ha dejado su impronta en tres aspectos básicos: en el requerimiento de capital en todo tipo de entidades financieras y por tanto en el sector de seguros; en hipótesis más estrictas utilizadas para su cálculo, y en unos mayores requisitos que cumplir. Tampoco hay que olvidar que el principal objetivo que se imponía la nueva regulación es "La protección adecuada de los tomadores y los beneficiarios de seguros" tomando el término beneficiario como cualquier persona física o jurídica que sea titular de derechos con arreglo a un contrato de seguros.

Objetivo que, en vistas del pasado reciente de las instituciones financieras, se hace más actual y evitaría, por ejemplo, el rescate de entidades con dinero público por exigirles más capital cuanto más riesgo se asuma o menos procesos de control de gestión del riesgo se tengan. Por lo tanto, está en el corazón de todo el desarrollo de Solvencia II la protección aún mayor de los tomadores de seguros y mayores exigencias tanto de medios, recursos y procesos para alcanzar tal fin. Esta mayor protección a los clientes conlleva un conjunto de variadas medidas como son, en primer lugar, la suficiente aportación de capitales como para hacer frente a sus compromisos actuales y futuros. Hemos visto que este aspecto es fundamental para dar confianza a los clientes, en particular, pero también a los mercados y ciudadanos, en general. Aspecto fundamental que se ha demostrado clave para la estabilidad de los países.

Otra de las medidas es la mejora de la gestión por las entidades aseguradoras, premiando aquellas entidades que mejor gestionen el riesgo, promuevan una constante autoevaluación, desarrollo de procesos etc. La última medida a destacar es la mayor exigencia de transparencia con el mercado, los reguladores y los clientes, lo que añade más seguridad a todos los intervinientes de mercado.

Como objetivos secundarios para el sector de seguros y reaseguros, que también se deben de tener en cuenta, se fijan la estabilidad financiera y la equidad y la estabilidad de los mercados, si bien nunca ha de perderse de vista el objetivo principal. Así mismo, la Unión Europea es consciente de la función social que las entidades de seguros desarrollan, tanto en las entidades que se dedican a seguros generales como de vida, y especialmente en estas últimas, en el ahorro a largo plazo por lo que después de muchas discusiones, se han incluido medidas de fomento para este tipo de productos, como son las rentas vitalicias sin perder nunca el objetivo de seguridad.

Con esta nueva regulación, la Unión Europea no pretende que se haga tan gravosa que provoque la desaparición de las pequeñas y medianas compañías de seguros y reaseguros, por lo que uno de los principios que destaca desde el inicio es el Principio de Proporcionalidad y reconocer siempre la naturaleza, el volumen y la complejidad de sus actividades comerciales, así que se le pedirá menos medios a una compañía cuya actividad sea simple y no tome riesgos elevados que a una que sí los tome. Además, con la unificación de la regulación a nivel europeo, mejorará la competitividad de los mercados, todas las compañías de seguros funcionarán con las mismas reglas y se creará realmente un único espacio europeo para el mercado de seguros lo que repercutirá en mejores productos y ofertas para los ciudadanos.

Como se ha podido comprobar en las entidades de crédito, que la anterior regulación llamada Solvencia I haya funcionado bien en el pasado, no quiere decir que pueda funcionar bien en el futuro, por ello se busca un fortalecimiento tanto de las capacidades de gestión como del conocimiento de los riesgos asumidos, lo que redundará en el objetivo principal de protección a los tomadores y secundariamente al resto de la población.

Juan Vidal Fernández, director de Riesgos de Aviva España.

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