Firmas

Lograr la alternancia en Afganistán

  • Los talibanes, sin apoyo significativo de la población, han sido los perdedores
Imagen de Thinkstock.

Lograr la alternancia sin entrar en una nueva guerra civil es fundamental para la estabilización de Afganistán. Sin credibilidad y transparencia suficientes del proceso electoral, la consiguiente falta de legitimidad será el principal obstáculo del Ejecutivo entrante. Es casi seguro que habrá segunda vuelta.

Dado que el presidente, Hamid Karzai, ya no podía presentarse a un tercer mandato, ésta es la primera vez en Afganistán que un mandatario da el relevo a otro en las urnas. Hay tres candidatos en teoría tan igualados que resulta impredecible saber quién será el futuro jefe de Estado. Ellos son Abdullah Abdullah, Zalmai Rasul y Ashraf Ghani Ahmadzai. Los tres, antiguos ministros de Karzai. Todos ellos han pactado con señores de la guerra. Resulta significativo que tengan que rodearse de poderosos y corruptos criminales para demostrar su fuerza. Los 23 millones de afganos se dividen étnica y lingüísticamente en un sinfín de etnias y tribus. No existe la idea de unidad del país: cada individuo se debe a su clan. La reconciliación nacional será uno de los mayores retos a los que se enfrente el nuevo Gobierno.

La tercera elección presidencial desde la caída de los talibanes también se celebró bajo la sombra del fraude y la violencia. Pero es asimismo cierto que ha emergido poco a poco una nueva cultura política. Se habla sobre los derechos de la mujer. Incluso una afgana podría convertirse en la primera mujer vicepresidente. Las fórmulas presidenciales trascienden las líneas étnicas. Aunque en las aldeas las lealtades tribales y locales son todavía profundas, en las zonas urbanas el electorado empieza a ser consciente de su fuerza.

Afganistán sigue siendo un país en guerra dependiente de la ayuda internacional y del opio. Según el último informe de la ONU, el cultivo del opio ha vuelto a dispararse: un 36% en 2013 en relación con el año anterior. Las fuerzas armadas y policiales de Afganistán cuentan actualmente con unos 350.000 efectivos. EEUU y la OTAN son las encargadas de su entrenamiento, logística y tareas de reconocimiento. La ISAF (51.000 efectivos de 48 países) está en proceso de retirada.

El nuevo presidente tendrá que firmar un Acuerdo Bilateral de Seguridad con el Pentágono. Si no lo hace, Al Qaeda y los talibanes -reclutan a sus seguidores entre los más pobres y desesperados (el desempleo afecta a más del 40%)-, fuertes en las provincias fronterizas de Pakistán, recuperarán la influencia perdida. Los servicios secretos estadounidenses calculan que Afganistán no podría mantener su independencia actual sin asesores y entrenamiento hasta al menos 2018. Lo mismo ocurre con la masiva ayuda económica de Occidente: desde 2002 ha recibido entre 10.000 y 15.000 millones de dólares anuales en ayuda, más del 95% de su PIB. Si bien se ha pasado de 2.400 a 20.000 millones en ese tiempo, la renta per cápita (menos de 700 dólares) sigue siendo una de las más bajas del mundo. Más de la mitad de las viviendas siguen sin luz, agua corriente ni condiciones sanitarias básicas.

La corrupción desmedida bloquea la economía afgana según Transparencia Internacional. Se intenta condicionar la ayuda internacional a una reducción de esta lacra.

La economía ha crecido más de un 9% anual desde 2002. No obstante, tras desencuentros con EEUU se redujo a un 3,1% en 2013. Según el Banco Mundial, este año no pasará del 3,5%. El incierto resultado de las elecciones y el no menos dudoso de las negociaciones con Washington impide pronosticar lo que ocurrirá en 2015.

La insurgencia se ha cobrado la vida de al menos 16.000 civiles afganos y miles de miembros de las fuerzas de seguridad. Aun así, y pese a los atentados, prácticamente diarios, se ha reducido el número de muertos en enfrentamientos y ataques en los últimos dos años. La alta participación con cerca del 60% prueba que la seguridad ha mejorado. A ello contribuyó el despliegue de más de 100.000 policías adicionales.

Hay más razones para el optimismo. Ha aumentado el número de jóvenes escolarizados: de un millón en 2000 se ha pasado a 10 millones en la actualidad. Hay unas 40.000 mujeres en universidades o institutos técnicos superiores. Según la Comisión Electoral Independiente, el 40% de los votantes fueron mujeres.

Los resultados preliminares no se anunciarán hasta el 24 de abril. Sin embargo, puede afirmarse que sí hubo un claro perdedor: los talibanes. Sin apoyos significativos en la población no consiguieron obstruir los comicios.

Marcos Suárez Sipmann, analista de relaciones internacionales. @mssipmann

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky