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Tribalismo, ajedrez y economía en Ucrania

  • Los ucranianos étnicos conciben un futuro más brillante cerca de Europa
Imagen de Thinkstock.

Tratar de predecir lo que pasará en Ucrania reviste el mismo problema con el que nos encontramos los economistas al intentar hacer predicciones económicas precisas: hay muchas más variables de las que podemos conocer de forma plausible, y ninguno sabe con exactitud lo que quieren los diversos actores de la tragedia. Lo que intentaré compartir aquí son unas cuantas líneas maestras de las muchas que componen el mosaico de Ucrania.

Tribalismo

En primer lugar está el tribalismo: el pasado verano hice un turno de ruegos y preguntas tras una charla acerca de la fabulosa deconstrucción del socialismo que hizo Ludwig von Mises, la imposibilidad del cálculo económico, de la coordinación económica por tanto, y de la prosperidad dentro de la planificación central socialista por ende. Tras relacionar estos puntales económicos con el estrepitoso fracaso del socialismo soviético, un joven de Ucrania anunció que todo lo que yo decía era mentira, y que la población ucraniana únicamente echa de menos "los buenos tiempos" del gobierno soviético. Yo estaba atónito.

¿Cómo van los ucranianos a lamentar la desaparición del sistema soviético, pensaba, considerando las hambrunas artificiales y las demás políticas genocidas de las que se valió el régimen de Stalin para someter a Ucrania durante la década de los años 30? La única respuesta que tuvo sentido para mí era que este joven debía de proceder de una familia beneficiaria del dominio soviético. Tenía que ser descendiente de la población rusa étnica que Stalin y sus sucesores insertaron en Ucrania, rusos a los que se les concedían privilegios políticos y económicos a expensas de la población ucraniana original.

Los rusos étnicos de hoy no tienen ningún respeto por las opiniones o las aspiraciones de los ucranianos étnicos, con la arrogancia que los conquistadores muestran hacia las poblaciones que someten. Ellos ven más ventajas en estar gobernados desde Moscú que desde Kiev. Los ucranianos étnicos, por otra parte, rechazan la perspectiva del dominio ruso y conciben un futuro más brillante como país soberano de vínculos con Europa más estrechos. Esta antipatía y desconfianza mutuas subyace a las tensiones potencialmente explosivas que bullen bajo la superficie de la actual confrontación.

Tribalismo puede ser una palabra cruda para ello, pero mientras los residentes de un territorio se identifiquen como dos poblaciones diferentes, la armonía y la unidad nacionales serán difíciles de alcanzar, y los oportunistas como Vladimir Putin buscarán la forma de manipular y rentabilizar tales divisiones.

Ajedrez

En segundo lugar está el ajedrez: a los rusos les encanta el ajedrez y a Putin le encantan las partidas agresivas en el tablero geopolítico. No ha ocultado en absoluto su supranacionalismo ruso y su deseo colindante de recuperar una Gran Rusia. Restablecer un mayor grado de control sobre Crimea, con su población mayoritariamente rusa, era la maniobra lógica en el camino de Putin hacia el objetivo. ¿Por qué ahora? De nuevo, puede que haya más factores en juego aquí de los que nos damos cuenta, pero en tiempos de importantes reducciones unilaterales del arsenal nuclear de EEUU por parte de la administración Obama, junto a sus discursos vacíos de "límites infranqueables", Putin debe haberse convencido de que cualquier respuesta norteamericana a la agresión será testimonial, tibia e ineficaz.

Economía

En tercer lugar está la economía: el imperativo del estudio del comportamiento humano dice que nos dedicamos a calcular (o estimar) los pros y los contras de nuestras decisiones y acciones, los beneficios y los costes. ¿Por qué parece distanciarse Putin de lo que inicialmente parecía (y todavía podría acabar siendo) una invasión militar? Hay muchas teorías a tenor de esto, y carezco de información privilegiada, pero me parece evidente afirmar que Putin actúa por interés, no por respeto a las leyes y los ideales occidentales.

Putin comprende que para que la nueva Gran Rusia sea viable, va a hacer falta una economía más solvente que la que tuvo la Unión Soviética. Cuando hace poco el selectivo ruso se dejó un 13%, el tono de Putin pareció moderarse mientras evaluaba sus opciones. (La medida en que esa caída se debió a la amenaza de sanciones por parte de los gobiernos occidentales y en qué medida se asustaron los inversores porque Putin pueda saltarse su derecho a la propiedad privada es algo que no tengo forma de saber). Putin no tiene nada de capitalista, pero es lo bastante práctico para darse cuenta de que no trabaja en un vacío económico. A lo mejor recordó que Mijail Gorbachov anunció la caída y la disolución de la Unión Soviética apenas dos jornadas después de que el gobierno soviético faltara al pago de su deuda soberana por estar arruinado.

Una idea económica más: la gente quiere prosperar. No desea volver a políticas fracasadas como las intervenciones públicas funestas que redujeron a la mayor parte de la URSS, Ucrania incluida, a un nivel de vida comparable al de algunos países del Tercer Mundo. Igual que las poblaciones del pasado han votado a la prosperidad y la libertad escapando de Corea del Norte hasta Corea del Sur, de Alemania Oriental hasta Alemania Occidental o del interior de China a Hong Kong, muchos ucranianos ven un futuro más brillante en el diálogo económico con Europa que con Rusia.

El Presidente Obama acierta al afirmar que las acciones de Putin en Crimea le sitúan en el bando equivocado de la historia. Por supuesto, la historia incluye muchos retrocesos. Lo que está por verse es si Putin cree que se beneficia de esos retrocesos anexionando Crimea, o si las resoluciones ucraniana, europea y norteamericana bastan para repeler la última jugada de ajedrez de Putin.

Mark W. Hendrickson, profesor adjunto de Económicas del Grove City College y editor deThe St. Croix Review.

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