
Rusia se ha anexionado al final Crimea. Estados Unidos y la Unión Europea prevén sanciones, congelaciones de activos y rechazos de visados en reprimenda al presidente Vladimir Putin por ampliar su territorio. En el mercado se habla de otra guerra fría, con un largo periodo de tensiones crecientes entre el este y el oeste.
Se supone que sería pésimo para las economías y los mercados, pero, en realidad, no tiene por qué serlo. La última guerra fría, que se prolongó de 1946 a 1989, coincidió con un periodo muy largo de expansión económica. Aun así, una nueva guerra fría podría cambiar profundamente el funcionamiento de la economía global. Acarrearía seis consecuencias económicas inmediatas y golpearía de lleno a la economía europea, con un aumento en el gasto de defensa y más apoyo a los mercados emergentes sitiados. Los cálculos que harían los inversores sobre qué países y sectores apoyar cambiarán en ocasiones radicalmente.
Las tensiones crecerán
Se puede discutir si Crimea debía formar parte de Ucrania o no y si sus habitantes han votado libremente para volver a Rusia o se han sentido intimidados por su imponente vecino. De lo que no cabe duda es de la agresividad del régimen de Putin. El periodo de coexistencia pacífica entre oriente y occidente que ha durado dos décadas desde la caída del Muro de Berlín parece haberse acabado. Las tensiones subirán y la amenaza de conflicto se cernirá sobre la economía global. Pero eso no tiene por qué ser catastrófico para el crecimiento.
Las guerras calientes destruyen las economías pero las frías pueden ayudarlas o, cuanto menos, no destruirlas. Durante los años cincuenta y sesenta, el crecimiento fue fuerte y los salarios crecieron más rápidamente de lo que lo habían hecho desde que se hundió la Unión Soviética. El mercado alcista que se extendió de 1949 a 1955, mientras se fraguaba la guerra fría, fue el tercero más largo de la historia estadounidense. Lo que hará será cambiar la forma en que funciona la economía global, empezando por los seis temas siguientes:
La primera consecuencia será que la economía europea empeore todavía más. Rusia no es un gran éxito económico porque depende demasiado de los recursos naturales, pero no deja de ser la octava mayor economía del mundo. El comercio UE/Rusia ha crecido de 90.000 millones de dólares hace diez años a 335.000 millones en la actualidad. Eso ha ayudado a las empresas europeas justo cuando sus mercados internos estaban en apuros. Las exportaciones a Rusia representan un 0,6% del PIB europeo. No es una cantidad tremenda, pero al margen es importante. Si se imponen sanciones y se implantan barreras comerciales, se verá perjudicada, y la economía europea, también.
En segundo lugar, los precios energéticos subirán. Europa depende mucho del petróleo y el gas ruso. Hasta el 40% del gas de Alemania y el 50% de Austria procede de ese país. Las sanciones no significarán nada salvo que afecten a la energía (Rusia no exporta nada más prácticamente), pero se reducirá la dependencia de Rusia, el suministro descenderá , el precio subirá. Los disturbios geopolíticos en Oriente Medio en los setenta provocaron el "golpe petrolero" de esa década. El conflicto este/oeste podría causar lo mismo cuarenta años después y con las mismas consecuencias catastróficas.
Al mismo tiempo la economía rusa depende de los recursos naturales de los amigotes de Putin. El crecimiento ya ha empezado a renquear y apenas se espera un 1,5% este año, no exactamente propio de un mercado emergente. Las sanciones y rechazos de visado no harán más que empeorarlo porque... ¿cuántas empresas extranjeras van a querer invertir en Rusia en los próximos años? No solo será malo para la economía global en sí, sino que también creará más conflictos. Los países pobres son inestables y eso solo augura más problemas.
Las tres consecuencias anteriores nos llevan a un aumento del gasto en defensa. Desde el final de la guerra fría, todos los países occidentales han reducido progresivamente su gasto de defensa. El Reino Unido, por ejemplo, cuando cayó el Muro de Berlín gastaba el 4% del PIB en defensa. Ahora no llega al 3%. Si la agresión territorial rusa debe contenerse, el gasto tendrá que aumentar inevitablemente. A su vez se beneficiarán las industrias de defensa y podría tener muchas consecuencias para la alta tecnología (el gasto de defensa ayudó a expandir economías durante la última guerra fría). El problema es que llega un momento en que los déficits ya son muy amplios y los gobiernos no pueden gastar más.
El penúltimo tema que se verá afectado por la guerra fría será el aumento de la facilitación cuantitativa. Ya hemos visto el desplome de la tenencia global de bonos de EEUU desde que empezó la crisis de Crimea. Nadie sabe por qué, pero se especula que el dinero ruso se ha dirigido a un lugar donde no puede congelarse. Aun así, sin los flujos de entrada del extranjero, los gobiernos de países como EEUU, el Reino Unido y ahora Japón no pueden financiarse.
¿La solución? Que el banco central imprima dinero y compre bonos en su lugar. Por último presenciaremos cómo las economías estratégicas obtienen respaldo. En Grecia, el partido Syriza de extrema izquierda ya encabeza las encuestas y podría ganar los próximos comicios. Después de la guerra fría, los estrategas dejaron de preocuparse por que países como Grecia sucumbieran a la extrema izquierda.
¿Qué ha ocurrido? Rusia siempre ha tenido los ojos puestos en Grecia como posible aliado en el Mediterráneo. Si regresan las rivalidades geopolíticas, nadie va a dejar que Grecia se hunda porque es demasiado importante. Lo mismo sucede con Turquía y Egipto. Cualquier país de importancia geoestratégica será rescatado.
Algunas de esas tendencias ayudarán a la economía global y otras la van a perjudicar pero ésos son los seis grandes temas que habrá que vigilar si vuelve la guerra fría. Y, en estos momentos, parece que volverá.
Matthew Lynn, Director Ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.