
El futuro de Ucrania es incierto. Las dudas incluyen la posibilidad de preservar la unidad de esta exrepública soviética transformada en campo de batalla. Por un lado, la Rusia de Putin defiende su esfera de influencia política y económica. Por otro, una Unión Europea todavía debilitada y dividida por la crisis económica, se interesa en buscar nuevos socios en el este. La cuestión de fondo: la identidad de Ucrania, que a 23 años de su independencia es un país dividido.
Fueron las provincias del oeste (donde se habla ucraniano) las que apoyaron con mayor firmeza el acuerdo de asociación con la UE, mientras que las del centro-sur (que prefieren el ruso) se mantuvieron leales al expresidente, Víctor Yanukóvich. El gobierno se negó a firmar un acuerdo con la UE al ofrecerle Rusia créditos por 15.000 millones de dólares y una reducción del 30% en el precio del gas. Ya se temía la bancarrota y Rusia parecía el único país que podía ofrecer una solución rápida. No sirvió de nada y Putin ha sufrido un duro golpe viendo caer a su aliado. Fueron los manifestantes de la Plaza de la Independencia, en Kiev, los que forzaron la salida del expresidente ahora buscado mediante orden de arresto por asesinatos en masa. Hay quien compara Ucrania con la antigua Checoslovaquia. Aquella fue una división pacífica. Aquí existe el riesgo de que se repita el conflicto sangriento que estalló con la desintegración de Yugoslavia donde se evidenció un fracaso diplomático colectivo de la comunidad internacional.
Se ha puesto fin -por ahora- al derramamiento de sangre. Algo prioritario. No obstante, Ucrania sigue al borde del enfrentamiento civil. La división entre europeístas y prorrusos continuará. El próximo objetivo es, junto al calendario electoral para evitar un peligroso vacío de poder, una inyección financiera.
Ucrania se encuentra ante el abismo económico. Con las reservas internacionales bajo mínimos solo quedan fondos para pagar sus importaciones durante seis semanas. Debido a su gran peso geoestratégico tanto Moscú como Bruselas procuran atraer a Ucrania hacia su órbita. Una guerra más sórdida y con mayores implicaciones internacionales.
Con 45 millones de habitantes y una superficie algo mayor a la Península Ibérica, el país constituye un poder mediano en tecnología. Pese a ser uno de los mayores exportadores de cereales del mundo su población sufre pobreza. La agricultura es predominante en el centro y oeste del país, mientras que la industria pesada y la minería se concentran en el este. El problema es que no existe una infraestructura industrial. Hasta ahora Putin apostó mucho más fuerte que la UE porque sabe que "perder" Ucrania implicaría una derrota en su empeño de restablecer el peso global de Rusia.
A través de la red ucraniana de gasoductos transita el 80% del gas que importa Europa de Rusia. En la actualidad la economía ucraniana depende en exceso de la importación de gas ruso. Sin embargo, Ucrania posee grandes recursos propios. Es rica en materias primas como el mineral de hierro, magnesio, manganeso, níquel y mercurio. No necesitaría importar nada si con la ayuda de la UE llevara a cabo las transformaciones necesarias para mejorar la eficiencia energética. Ello aseguraría su capacidad de tomar decisiones políticas independientes.
En términos militares Ucrania tiene el segundo Ejército más grande en Europa, después de Rusia. Además, posee la estratégica península de Crimea, base de la flota rusa del Mar Negro, entregada al gobierno local de Kiev por Nikita Jruschov. En 2010 Rusia y Ucrania firmaron un acuerdo para extender hasta 2042 el alquiler de la base naval de Sebastopol a cambio de un sustancioso descuento en la cuenta del gas. Aun así, Crimea sigue siendo uno de los potenciales conflictos que enfrentarán a Rusia y Ucrania en el futuro. La UE debe coordinar medidas inmediatas de ayuda humanitaria. Asimismo enviar una misión de observación cuya presencia puede suavizar algunas tensiones.
UE y Rusia tienen que negociar. Pero los europeos deben mostrarse firmes dejando claro a Putin que no sacrificarán a los manifestantes ucranianos en el tablero geopolítico. No hay obligación de elegir entre la asociación con la UE y formar parte de la zona de libre comercio ruso-eurasiática. Ambas son posibles sin ser mutuamente excluyentes. Ucrania no tiene por qué convertirse en un estado fallido. De manzana de discordia puede transformase en puente. Su futuro como país decidirá asimismo si Rusia y Europa siguen siendo socios y la forma de esa relación.
Marcos Suárez Sipmann, analista de Relaciones Internacionales. @mssipmann