La caída un 3% de las divisas de países emergentes después de la devaluación del peso argentino plantea una duda difícil de resolver. ¿Se trata de una fuerte turbulencia localizada o de una nueva edición de la crisis ahora en los países emergentes? Dependerá de su duración y de la capacidad de contagio.
La más que probable retirada de otros 10.000 millones de estímulo por parte de la FED este jueves preocupa a los emergentes, dependientes de la liquidez que fluye de EEUU, mientras los mercados prefieren a este país y los europeos, seguros de que están dejando atrás los malos tiempos. Los valores que más han caído estos días en el Ibex y las bolsas de la Eurozona son los de las empresas con más exposición en Argentina. El temor reside en que afecte a Brasil -¿qué mella le harán unas exportaciones argentinas más competitivas?- o México, donde nuestros intereses tienen más peso.
Mueve a cierto optimismo que los fundamentos económicos de ambos y otros vecinos de la zona son ahora más sólidos que en la última crisis de principios de siglo. Aun así, conviene distinguir entre los emergentes asiáticos -más fuertes- y los latinoamericanos. Esta convulsión recuerda la importancia de tener un sistema de cambios creíble -del que Argentina carece- y ayuda a valorar que la pertenencia al euro, en los momentos más críticos tan denostada, fue también nuestra salvación. El miedo inevitable, aunque aparentemente conjurado, es que nos afecte la gripe emergente cuando convalecemos de neumonía económica.