En la década de los 80 leí con profunda sorpresa como dos premios Nobel de Economía defendían desde los prestigiosos semanarios Newsweek, uno, y Times, otro, soluciones absolutamente antitéticas para la crisis económica del momento.
En la primavera de 2008, en el programa Protagonistas de Luis del Olmo, expresé mi preocupación por la expansión artificial, de estructura piramidal, de nuestra economía fundamentada en créditos exteriores baratos aplicados a una construcción desaforada que equivalía al volumen de Italia y Alemania juntas.
La burbuja financiera materializada en el ladrillo. Expuse el peligrosísimo disparate que, tras la prostitución de lujo y la droga, el mejor negocio en España fuera el inmobiliario. Que vivíamos en una orgía especulativa que se derrumbaría cuando el crédito dejara de llegar a España, parando en seco el negocio del ladrillo. Y expresé que nos enfrentaríamos no solo a una grave crisis económica sino social: el abandono escolar de nuestros jóvenes, una inmigración que, se decía, "solucionaba" nuestra deficiencia demográfica? pero que carecía de toda posibilidad de reconducción desde el andamio a empleos que exigían una calidad formativa de la que carecían.
Se me tildó de casi xenófobo (interesante situación en la que los progres solidarios del "papeles para todos" coincidían con los capitalistas señores del ladrillo deseosos de mano de obra barata)? y un muy importante economista e historiador despachó la cuestión afirmando que "las cosas tienen el precio que el mercado determina"? cuando precisamente eso era la economía especulativa, que no creativa, que yo denunciaba.
Después llegó el desastre y los mismos que "ni estaban ni se les esperaba" (todos con alguna notable excepción como Niño Becerra) explicaron con total precisión lo que había ocurrido. ¿Qué quieren que les diga?. Los economistas me parecen unos profetas? del pasado.
Javier Nart, abogado.