
Citando al historiador y militar ateniense Tucídides, la historia es un incesante volver a empezar. Cuando aún no han entrado en vigor la última Directiva y Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo sobre los requerimientos de Capital de las entidades de crédito, que buscan implantar el marco de Basilea III, parece que se ha vuelto a abrir el debate sobre su suficiencia.
En los últimos meses se ha venido produciendo una masiva publicación de artículos desde diversos organismos que dan un paso más y varios países han empezado ya a imponer requisitos que sobrepasan las exigencias de Basilea III. Asimismo, se ha instaurado entre los principales reguladores una generalizada inquietud sobre los modelos internos de las entidades financieras, cuyos resultados se emplean para el cálculo de los niveles de capital exigidos, causada fundamentalmente por su complejidad.
Las preocupaciones actuales del Comité Supervisor Bancario de Basilea pasan por evaluar el grado de compromiso de los bancos para mejorar sus modelos internos, no sólo como un medio para reducir sus requerimientos de capital sino como una forma de mejorar la gestión de sus riesgos, incorporando elementos hasta ahora no considerados como los sistémicos.
Como respuesta se plantean diversos cambios que pueden gestar la base de una futura regulación en aras de una menor complejidad. Entre ellos pueden percibirse, por una parte, la restricción de las ventajas asociadas al uso de modelos internos para calcular los requerimientos regulatorios de capital y, por la otra, tanto un examen supervisor más exigente como la demanda de una mayor divulgación de información (los bancos deberían ser los principales interesados en demostrar cómo sus modelos internos reflejan una foto precisa de sus riesgos subyacentes). Y, todo ello, bajo un límite en el ratio de apalancamiento que incluso se empieza a plantear por encima del 3% fijado en Basilea III.
Las entidades tendrán que incrementar y mejorar su gestión del capital con el objetivo de comprender plenamente los requerimientos y unirlos de forma coherente con sus estrategias, apetito al riesgo y modelos de negocio. Todo ello bajo un enfoque que anime a los bancos a restablecer el equilibrio entre los negocios de menor y mayor riesgo, incluso cuando las necesidades de liquidez hayan sido satisfechas. Y cuando no lo hagan, quizás se vean sometidos a la necesidad de un cambio significativo en su modelo de negocio, en los precios y en la accesibilidad a los tipos de intermediación bancaria.
Mientras tanto, el Banco Central Europeo ha comenzado ya el proceso de evaluación del riesgo de las grandes entidades de crédito del sistema financiero de la zona euro, al que seguirá un análisis de la calidad de los activos y una prueba de resistencia, dentro del ejercicio de Comprehensive Assessment que se prolongará en el tiempo hasta Noviembre de 2014. Y es que de nuevo el objetivo principal es promover la transparencia y reforzar la confianza del sistema bancario europeo a través de las medidas correctoras sobre las debilidades que los resultados de este proceso pongan de manifiesto.
Estos acontecimientos, unidos al resto de acciones que en la zona euro pueda tomar el Banco Central Europeo como futuro Supervisor Único, hacen que se empiece a vislumbrar en el horizonte un nuevo acuerdo: quién sabe si nos encontramos en el germen de Basilea IV, incluso antes de que el de Basilea 3 haya sido implementado. Si la adopción de Basilea III va a suponer un sensible incremento del capital de mayor calidad de las entidades, los movimientos observados que llevan a pensar en un potencial acuerdo de Basilea IV pueden tener como consecuencia un ajuste del marco de requerimientos de capital y de liquidez para alinearlos, más aún, con el riesgo realmente asumido por las entidades en la concesión de crédito. El desarrollo adecuado evitará que se produzca un incremento de los costes y se dificulte, de nuevo, el acceso a la financiación bancaria de individuos, empresas y otros clientes. Con el efecto que todos conocemos sobre las tasas anuales de crecimiento, precisamente el que todos los participantes buscan evitar en el futuro.
Y es que como ya señaló uno de nuestros ilustres Premios Nobel hace casi un siglo, una cosa es continuar la historia y otra repetirla.
Gonzalo Ruiz-Garma, Socio responsable de Financial Risk Mangement de KPMG en España.