
El año 2013 ha acabado y las perspectivas, más allá de los datos oficiales convenientemente cocinados y de las macrocifras hijas de la contabilidad creativa, no son halagüeñas. Tampoco lo son para el proyecto europeo que sugieren las siglas UE. Y es que el nudo gordiano no es otro que el actual proyecto de la eurozona con el euro como eje básico y fundamental.
Pasan los años, pero no pasan los datos sobre el paro, los análisis sobre el empobrecimiento, los escándalos protagonizados por delincuentes con patente de corso y la carencia de fundamentos serios que permitan hablar de la inversión definitiva de la tendencia. El presidente de Gobierno ha declarado recientemente que "lo que más preocupa ahora es que Europa y Alemania tengan claro donde vamos".
¿Qué opina el jefe de Gobierno?
La reflexión es obvia ¿Cuál es su opinión como jefe de Gobierno? ¿Qué proyecto aporta él a los cónclaves del Consejo Europeo? La respuesta es también obvia: no los tiene. La actual UE es una hilera de ciegos que encadenados unos a otros confían ciegamente en el que va primero porque suponen o confían en que él no lo sea.
Mientras tanto, el invidente que gobierna España prosigue su labor implacable de desmontaje del mínimo Estado del Bienestar y por si acaso o por si la ciudadanía, harta de tanta felonía se arremolina, engrosa el número de agentes de la autoridad (en este caso de la represión) con la incorporación de ese somatén de vigilantes privados. Cinco Nobel de Economía han demandado la salida del euro para España y otros países en situación similar.
James Mirriees, Paul Krugman, Josep Stiglitz, Thomas Sargent y Chistopher Pissarides (uno de los inspiradores de la actual moneda única) lanzan la necesidad de un debate más que urgente. Autistas y obcecados los portavoces del discurso oficial continúan firmes en su error a pesar de las evidencias empíricas. Tal vez piensen que sólo responderán, en su día, antes Dios y ante la Historia.
Julio Anguita, excoordinador general de IU