
Olvídense de las reformas en China, de si el euro sobrevive o no, o de si Apple consigue por fin lanzar ese reloj increíblemente caro que manda correos, tiene juegos e incluso da la hora. Ahora mismo sólo hay una cosa que verdaderamente importa para los mercados: si los bancos centrales van a seguir con la flexibilización cuantitativa y unos tipos de interés anclados en sus mínimos en tres siglos o, de lo contrario, cuándo dejarán de imprimir dinero y devolverán los tipos a un nivel normal.
En el Reino Unido, se suponía que los tipos empezarían a subir cuando el índice de paro cayera al 7%. En EEUU, la Reserva Federal se puso el objetivo de una tasa de desempleo del 6,5%. Sin embargo, ahora el Banco de Inglaterra está pensando en el aumento de los salarios reales como el posible desencadenante de la normalización de los tipos, mientras la Fed estudia mover el objetivo de un 6,5 al 6% de paro u otro, una vez tocado el "suelo de inflación".
Lo cierto es que seguirán cambiando el objetivo. Cuando se recortan los tipos de interés a cero y se empieza a imprimir dinero, es imposible parar sin infligir grandes daños a la economía. La flexibilización cuantitativa y los tipos de casi cero seguirán ahí mucho más tiempo de lo que casi todos los inversores se dan cuenta. La única experiencia histórica de política monetaria extrema que tenemos es la de Japón y nos dice que puede durar dos décadas o incluso más. Pensemos en lo que ha pasado en el Reino Unido. Cuando Mark Carney tomó el relevo de Sir Mervyn King en el Banco de Inglaterra, trajo con él su famosísima política de "orientación de futuro". Los tipos se quedarían en el 0,5% por lo menos hasta que el desempleo bajase al 7%. Sólo entonces el banco empezaría a subirlos hasta alrededor del 5%, un nivel razonable en una economía normal.
Carney debió de pensar que el objetivo estaba muy lejos. Después de todo, el Reino Unido parecía seguir anclado en una recesión profunda. A lo mejor incluso estaría cómodamente de vuelta en Canadá cuando se cumpliera ese objetivo. Pero resulta que la economía británica se ha recuperado con más fuerza de lo que el banco y todos los demás creían. Sólo en el tercer trimestre se expandió al 0,8%, la tasa más alta de los principales países industrializados.
Dado que al Reino Unido se le da bien crear muchos empleos mal remunerados (aunque desgraciadamente no ocurre lo mismo con los puestos bien pagados), el paro ha caído más rápido de lo previsto. Los últimos datos mensuales indicaban que el desempleo había bajado al 7,6% desde un 7,8%. A ese ritmo, seguirán subiendo hasta la primavera. Y ahora, ¿qué hace el banco? Ya ha empezado a insinuar que el objetivo del 7% no está grabado en piedra. En su lugar, estudiará otros factores, como lo que ocurra con los salarios reales o el índice de crecimiento de la productividad, antes de endurecer la política monetaria.
Una vez que se recortan los tipos, es difícil subirlos
Algo parecido está ocurriendo en EEUU. El mes pasado, un informe de dos directivos de la Fed planteaba que el 6,5% de paro podía ser demasiado alto y sugería el 6%. Otro informe propone un "suelo de la inflación" como el desencadenante alternativo: así se descartaría cualquier subida de los tipos hasta que la inflación baje al 2% o incluso 1,5%.
Los cínicos sostienen que no es más que confusión política pero, de hecho, algo más interesante está pasando, aunque muchos banqueros centrales no lo quieran reconocer. Una vez que se recortan los tipos de interés a casi cero, es muy difícil hacer que suban de nuevo. La historia es la mejor guía y su lección no puede ser más clara. Japón recortó sus tipos de interés al 0,5% allá por septiembre de 1995. Casi dos décadas después, todavía no han subido ni lo harán próximamente. De hecho, el Banco de Japón sigue bombeando más y más estímulos a la economía.
EEUU, el Reino Unido y por supuesto la Eurozona, ahora que ha bajado los tipos a mínimos históricos también, no van a ser distintos. ¿Por qué lo iban a ser? Hay muy pocos indicios de que la inflación despegue. En realidad, en casi todo el mundo está bajando. Puede que crezcan burbujas de activos por todas partes pero si a los banqueros centrales les preocupa, todavía no han dado muestras de ello. Mientras, los tipos de casi cero dejaron hace mucho de ser una "medida de emergencia" y se han vuelto algo normal.
Están incrustados en la economía. Las subidas de tipos que podrían volverles a poner en una situación de normalidad son demasiado extremas. Las empresas han emitido miles de millones en bonos, se han contratado hipotecas y los gobiernos han gestionado inmensos déficit, de los que pagan intereses del 2% o menos. ¿De verdad es posible triplicar esos pagos sin crear una oleada de quiebras, embargos y recortes masivos del gasto público? Por supuesto que no.
Los bancos centrales se fijaron una meta para devolver los tipos a la normalidad para después cambiarla enseguida. La prioridad principal de los banqueros centrales como Mark Carney o Janet Yellen en los próximos años será encontrar más excusas para seguir cambiándolas. Los tipos subirán cuando a ningún marido se le olvide su aniversario. Se retirará la flexibilización cuantitativa cuando todos los niños del mundo se vayan a la cama a su hora. La política monetaria volverá a la normalidad cuando Tom Cruise vuelva a protagonizar una película buena. El truco será encontrar algo tan improbable que no haya ningún riesgo de que se vaya alcanzar la meta porque la realidad es que cuando los tipos llevan cinco años al 0,5% es imposible que vuelvan a la normalidad jamás.
Matthew Lynn, Director Ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.