
La crisis de verdad es el paro. Y hasta que las tasas no regresen a unos niveles que podamos considerar, dentro de que siempre son una aberración, aceptables, la verdadera crisis, la crisis con mayúsculas, no habrá acabado. Así que la cuestión es qué hacer para conseguir reducir drásticamente esos cinco millones de desempleados oficiales.
Ese 25% de la población que no trabaja. Porque es cierto que la economía emite señales positivas. Y como reflejo de esa mejoría, que sólo puede calificarse de optimista pero leve, los mercados internacionales empiezan a mirarnos con más simpatía, lo que se está traduciendo ya en inversiones crecientes. Pero aún así volvemos a la misma pregunta. ¿Cuándo se trasladará eso a la economía real? Y sobre todo, ¿cuándo se traducirá en una reducción intensa del paro?
Lo que tenemos claro es que las políticas seguidas hasta ahora no funcionan. Así que puede ser hora de plantearse alguna acción más agresiva. Ahora que vuelve el run-run sobre una posible segunda vuelta de la reforma laboral, se podría rescatar esa opción de darle más herramientas a las agencias privadas de colocación. Visto el absoluto y rotundo fracaso de la agencia pública de colocación, cualquier otro intento sólo puede acabar en éxito.
En realidad cuento esto porque se percibe en el Gobierno la tentación de dejar que todo se arregle por sí solo. Lo cual equivale a decir que se hará muy lentamente. Como la economía va mejor, la prima de riesgo está controlada, la inversión extranjera vuelve y las agencias de calificación nos miran con mejores ojos... Pues no señores. Es el momento de hacer algo más. Pese a que surjan las voces de siempre avisando de que estamos a punto de entrar en campaña electoral. Y a pesar de que esas voces avisen de que los votos se irían con otra vuelta de reformas. Alguna vez los partidos deberían dejar de pensar en sus problemas internos. ¿O soy demasiado ingenuo?
Juan Carlos Lozano, Adjunto al Director.