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La alternativa económica del PSOE

  • El PSOE debe crear un proyecto de cambio político para recuperar la credibilidad

El Partido Socialista, que perdió estrepitosamente las elecciones de 2011 por su gestión de la crisis económica, ha realizado ya en la Conferencia Política una relevante autocrítica de la mano del exministro Valeriano Gómez, que probablemente adquirirá mayor consistencia cuando se conozca el libro de Pedro Solbes, Recuerdos, cuyo adelanto publicado informa ya de las discrepancias con Zapatero que le llevaron a marcharse del Ejecutivo. Sobre esta base, el principal partido de la oposición ha comenzado en la Conferencia Política a diseñar un proyecto de reconstrucción ideológica de cara a las elecciones generales de 2015.

Sin embargo, lo que quedará para la posteridad de dicha Conferencia no será tanto la bien trabajada Ponencia Política cuanto las precipitadas conclusiones publicadas finalmente en una especie de separata a la ponencia, en las que se bosqueja un proyecto económico que plantea muchas dudas. En síntesis, se pretende recaudar 50.000 millones más en los próximos cinco años "sin subir impuestos" y eximiendo del IRPF a parados, pensionistas y titulares de rentas más bajas; derogar sin matices la reforma laboral, que en su primera parte fue obra del propio PSOE y le acarreó una huelga general en 2010; crear un fondo de garantía salarial; dedicar el 5% del PIB a educación; tratar fiscalmente igual las rentas del capital y las del trabajo; limitar los salarios de los directivos en las empresas privadas; garantizar el pago de la luz y el agua a las rentas más bajas?

La propuesta no constituye todavía -se aclara- un programa electoral, pero el conjunto de todos estos enunciados ya da idea de una dirección de avance que, de momento, no parece encajar con el Pacto de Estabilidad y en cualquier caso ha sido enunciada sin el necesario rigor al no destacarse que, lógicamente, esta dirección de avance debería compatibilizarse con la pertenencia europea y con la aceptación de las condiciones de convergencia impuestas por Bruselas al Gobierno español, sea del color que sea.

Ya se sabe que los programas electorales están para no cumplirse, como dijeron sucesivamente con el mismo cinismo Mitterrand y Tierno Galván, entre otros, pero este PSOE, que como sus dirigentes reconocen cometió graves errores en la gestión inicial de la crisis, y cuyas propuestas económicas están por tanto en cuarentena, ha de plantear sus programas alternativos con gran cuidado para reconquistar al menos una parte de la credibilidad perdida. Sin duda, sectores significativos de la opinión pública y del pensamiento económico creen que existe una política económica alternativa a la de rigurosa austeridad que está llevando a cabo el Gobierno, que, a pesar de los ajustes implacables que ha llevado a cabo, tiene serios problemas para cumplir las condiciones de déficit contenidas en nuestro propio Plan de Estabilidad aprobado por Bruselas.

Es, pues, claro que quien quiera recibir la confianza de los ciudadanos deberá explicar con toda minuciosidad cuáles son sus planes, de dónde provendrán los recursos para las políticas expansivas, etc. Máxime cuando todo el mundo está convencido de que los europeos no nos dirigimos en absoluto hacia una etapa de fuerte dinamismo sino hacia un dilatado periodo de atonía, con crecimientos mínimos y por lo tanto sin márgenes de maniobra y con escasas posibilidades de reducir significativamente a corto/medio plazo el desempleo, designio que, de lograrse, incrementaría la demanda interna y reduciría el gasto social.

La sociedad de este país, muy castigada, se ha vuelto desconfiada, y ya no aceptará como antaño las cuentas del gran capitán en las futuras elecciones. Porque la experiencia última ha sido lamentable: el electorado, tras descabalgar al Gobierno que no afrontó la crisis con la solvencia que cabía exigir, entregó su confianza a un partido que falseó absolutamente su hoja de ruta preelectoral: de la promesa de no subir impuestos ni realizar recortes, hemos llegado a lo que bien a la vista está. En consecuencia, a partir de ahora, quien persiga el apoyo mayoritario de los españoles, tendrá que describir minuciosamente sus planes, y habrá de aportar a sus proyectos una pormenorizada memoria económica que demuestre a las claras que habrá recursos suficientes para desarrollarlos.

Además, es poco probable que los ciudadanos otorguen su confianza en esta delicada materia a personajes poco avezados que hayan aprendido economía en tres tardes. Y los expertos que carguen con esta responsabilidad, no sólo tendrán que explicar sus medidas también deberán encuadrar la política económica en el marco europeo para garantizar que concuerda y no es un cuerpo extraño como empieza a parecer la política frustrada de Hollande. El PSOE tiene ante sí una tarea ardua de reconquista de la confianza ciudadana y no saldrá adelante en el empeño si no acomete la tarea con gran rigor y especial dedicación.

Antonio Papell, periodista.

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