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¿Es el fin de la crisis?

  • Las mejoras tardarán en llegar bastante tiempo a la economía real ciudadana
Imagen de Thinkstock.

El que fuera por casi veinte años presidente de la Reserva Federal americana (la FED), Alan Greenspan, ha vuelto a escribir -esta vez en el actual número de Foreign Affaires- sobre lo inesperado de la crisis financiera actual.

Haciéndose eco del sentir de todos los economistas, su artículo saca a colación la sorpresa que causó la profundidad de esta crisis en todos los entendidos del tema. En concreto, ya al principio de su escrito, hace referencia al préstamo de 29.000 millones de dólares que la FED planeaba hacer a J.P. Morgan para la compra del banco de inversiones Bear Stearns, que estaba a punto de quebrar. Aquello sucedía el 16 de marzo de 2008. Una situación que culminaba con la quiebra de Lehman Brothers el 15 de septiembre de aquel año. Muchas cosas han pasado desde entonces.

Tanto en Estados Unidos como en Europa. Rescates de países y de bancos, fusiones de entidades, fuertes ajustes, elevadas primas de riesgo, desaparición de empresas, creciente endeudamiento, desempleo en límites insospechados, y una multitud de otros fenómenos que han cambiado la vida de las personas en muchos lugares y, muy especialmente, en España.

¿Y después de la recesión qué?

Hoy, sin embargo, no se habla de brotes verdes. Se habla con determinación de la salida de la crisis. Así lo proclamaba hace un par de días el ministro de la Hacienda española. Según él, el punto de inflexión llegará antes de lo esperado. Lo veremos durante el trimestre actual. Lo achacaba en lo fundamental al esfuerzo en la reducción del déficit público; no tanto a la subida de impuestos. ¿Cuáles son los síntomas de la mejoría? Siguiendo con las opiniones del ministro, esto se debe a la positiva evolución de la balanza por cuenta corriente, a las bajas cotas de inflación y, sobre todo, al comportamiento tan positivo de la exportación.

Se trata de un sentir generalizado. Las cosas empiezan a marchar bien en lo relativo a los grandes números de la economía y, en consecuencia, esto indica que la destrucción de empleo se frenará para pasar a una etapa de creación del mismo. Sin embargo, el análisis no debería centrarse únicamente en el posible final de esta larguísima crisis, sino en cómo será el nuevo escenario. O dicho de otra manera: ¿después de la recesión, qué?

Desde luego es una pregunta de difícil respuesta. Aunque hay solventes análisis que pueden dar una pista. En este sentido, el reciente informe de BBVA Research para el cuarto trimestre de este año puede servir de guía. Allí se encuentra la misma cara optimista de salida de la recesión, pero a la vez mucho realismo. En lo positivo aparece la relajación de las tensiones financieras de los últimos años, el inicio de la fase expansiva debido a las exportaciones, la entrada de flujos de capital, la disminución de las primas de riesgo y una revalorización de las cotizaciones bursátiles. Signos todos muy alentadores.

Sin embargo, persisten aún los frenos. En lo más global: las necesarias reformas en el fragmentado sistema financiero europeo, el ajuste real de las cuentas públicas, la necesaria unión bancaria y las incertidumbres sobre la situación fiscal en Estados Unidos o el menor crecimiento de la economía china.

Y en lo que afecta a España: crecimientos muy moderados de la economía, la falta de crédito a las empresas, las dualidades que se dan en el mercado laboral, la presión impositiva cada vez más exigente, la necesaria reforma de las pensiones aún pendiente, las asimetrías económicas entre las Comunidades Autónomas que frenan el crecimiento consolidado del Estado, los problemas de la educación en España, a los que hay que sumar la inflación de centros educativos cuyos estudiantes tendrán muy difícil la salida profesional, y otros temas no menores que afectan a la necesaria estabilidad del marco político, siempre tan complejo en nuestro país.

Una situación a la que se suma el panorama electoral, con las sucesivas elecciones que están en el horizonte cercano. Todo un escenario donde aparecen dificultades para consolidar y acentuar las reformas que se necesitan y, por lo tanto, muestran un entorno económico de tímidos crecimientos, manteniendo a la vez una enorme bolsa de paro. Lo que lleva a la existencia de una recuperación de la economía, pero de enorme lentitud.

Los datos macroeconómicos serán, a buen seguro, positivos. Como también lo serán las declaraciones de optimismo. Pero la realidad que se presenta es que las mejoras tardarán bastante tiempo en llegar a la economía real de las personas concretas y de las pequeñas empresas, ya demasiado castigadas por esta larguísima crisis. Una situación que nos hace mirar a Nikolai Kondratiev y sus análisis sobre el ciclo económico largo. Para este economista los ciclos, en sus subidas y bajadas, se mueven en períodos de 50-60 años, aproximadamente. Murió en 1938, con lo que no pudo hacer sino dos análisis: de 1790 a 1845, y de 1848 a 1896. Haciendo la correspondiente extrapolación, nuestro ciclo actual debió empezar hacia 1990, con lo que estamos en la fase expansiva del mismo. Lo que indicaría que el fin de la crisis actual se encuentra cerca. Otro tema será lo que pase en el futuro más lejano. Esto lo veremos otro día.

Eduardo Olier, presidente del Instituto Choiseul España.

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