
Una crisis política en Italia amenaza con nuevas elecciones. El Gobierno portugués recibe un mazazo en las urnas. Austria observa un aumento importante en los partidos de extrema derecha y antieuropeos. Alemania se deja llevar sin un gobierno. Los parlamentarios de extrema derecha están siendo arrestados en Grecia. Ey... es sólo un fin de semana cualquiera en la Eurozona. Y sin embargo, un barco sólo puede capear un número de tormentas limitado, por mucho que se empeñen el capitán y la tripulación en mantener el velero a flote.
Los mercados han crecido en complacencia respecto a la crisis en Europa desde que el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, dio su promesa el verano pasado de hacer todo lo que fuera necesario para mantener la moneda a flote. Pero la crisis no llegó a irse: el ajuste de cuentas sólo fue aplazado con unos potentes analgésicos. El problema real es que en esta ocasión no son los mercados de bonos. Es la reacción política contra la austeridad y la recesión... y tiene la capacidad de ser mucho más grave para los inversores que han estado acumulando activos europeos en los últimos meses.
La 'fase uno' de la euro-crisis, desde 2009 a 2011, fue básicamente una crisis financiera. Los mercados de bonos rehusaron prestar más dinero a los despilfarradores gobiernos de la periferia, al menos hasta que el BCE prometió imprimir suficiente dinero para devolvérselo si era necesario, de la misma forma que la Reserva Federal o el Banco de Japón imprimirán el dinero si hace falta. Todo el tiempo se pudo arreglar de manera bastante simple si el BCE hubiera asumido la responsabilidad sobre esas deudas. La única sorpresa de verdad es que tardara tanto tiempo.
La 'fase dos' siempre iba a ser una crisis política, a medida que la gente se enojara con la austeridad, el desempleo y los rescates, que parece que es lo único que la moneda única ofrece a todo el mundo. Eso va a ser mucho más difícil de resolver... y sólo acaba de empezar. Italia también está en el centro de la próxima tormenta. El ex primer ministro Silvio Berlusconi ha retirado su apoyo a la coalición moderada dirigida por el líder de centro izquierda Enrico Letta, que finalmente ha ganado la moción de confianza en el Senado italiano.
La decisión de Berlusconi de "apoyar al Gobierno" parece poner fin a la crisis política que comenzó cuando el dirigente político de centroderecha ordenó a sus ministros retirarse del Gobierno el pasado sábado. Letta detalló el papel de Italia en la Unión Europea y su objetivo de lograr una mayor integración durante la presidencia de la UE que ostentará su país en la segunda mitad de 2014.
Dentro de las fronteras de Austria, el euro ya no es popular. La coalición gobernante de centro izquierda y centro derecha acaba de mantenerse por poco en el poder. Pero la extrema derecha del FPO [Partido de la Libertad de Austria], que quiere acabar con los rescates de la Eurozona, consiguió un 21% del voto mientras que el nuevo Team Stronach [Equipo Stronach], que quiere sacar a Austria del euro, obtuvo un 5,8% en su primera campaña electoral.
Hacia el sur, en Portugal, el Gobierno recibió una derrota severa en las elecciones locales y no parece probable que se les encomiende un nuevo mandato para imponer más austeridad.
En Grecia, el Gobierno ha arrestado a parlamentarios del neonazi Amanecer Dorado, un partido que ha subido hasta en torno el 15% en las encuestas.
En Alemania, supuestamente la roca de la estabilidad en la euro zona, hay pocas señales de que la canciller Angela Merkel sea capaz finalmente de formar un Gobierno pese a obtener un buen resultado electoral. La oposición del SPD especuló esta semana con que puede no haber una nueva administración hasta 2014. La potente exhibición del partido anti-europeo Alternativa para Alemania no provocará en Merkel más que intranquilidad respecto a más rescates. De hecho, el francés François Hollande es el único líder fuerte ahora mismo... lo que muestra lo mal que están las cosas.
Las cifras hablan por sí solas
No es una sorpresa que los votantes estén hartos. Pese a los alardes sobre una recuperación de algunos de los líderes de la Eurozona, muchas de las cifras son impactantes.
En Grecia, las ventas al por menor han caído un 14% interanual, de acuerdo con las cifras publicadas esta semana. Eso refleja verdaderas penurias.
En Italia, el PIB per cápita ha caído de las 36.000 libras (43.000 euros) en 2011 a las 33.000 libras (39.500 euros) en 2012, según las cifras del Banco Mundial. La pobreza se ha duplicado, y ahora afecta al 14% de la población, según el instituto estadístico del país ISTAT (define la pobreza en tanto que afecta a cuatro criterios de nueve, como poder pagar la calefacción de casa). Se vio que el 16,6% de las familias no podían pagar una comida basada en proteínas, como carne, cada dos días, frente al 6,7% de hace dos años. Para un país del G-7 como Italia, esas son cifras terribles.
Las cosas están igual de mal en España, pese a que se hable de recuperación: el desempleo juvenil está en el 56% lo que significa que alguien con menos de 25 años es más probable que no tenga trabajo a que lo tenga.
Una crisis política es peor
Las viejas divisiones de izquierda y derecha están siendo sustituidas de forma gradual por líneas de división pro y anti-Europa. Están surgiendo grandes coaliciones, como en Alemania y Austria, que aúnan a los viejos enemigos de izquierda a derecha para proteger al euro de los partidos populistas que hacen campaña contra la austeridad y la moneda única. El problema es, que a diferencia de la crisis financiera, la crisis política va a ser mucho más difícil de arreglar. Si el euro se asocia sólo con el crecimiento del desempleo, el aumento de la pobreza, y la interminable austeridad gubernamental, uno de los partidos anti-europeos acabará por dar un paso adelante.
Los inversores a nivel mundial han estado vertiendo dinero en los activos de la Eurozona en los últimos meses, atraídos por las baratas valoraciones, y los vacilantes signos de estabilidad e incluso recuperación. A corto plazo, puede que hayan hecho lo correcto. A medio plazo, la euro-crisis está simplemente tomándose un respiro. Dado que se está convirtiendo en una crisis política, volverá para vengarse, y la segunda vez será mucho más difícil de solventar.
Matthew Lynn, director ejecutivo de la consultora londinense Strategy Economics.