La agenda económica de este miércoles está marcada por la reunión de la Fed, quizá la más importante del año. Bernanke, quien ha venido gestionando la crisis más grave desde el crack del 29, está a punto de retirarse y con él se va el gestor de la crisis. Ahora es necesario pilotar la retirada de las cuantiosas medidas llevadas a cabo, quantitive easing o expansión cuantitativa . No es por tanto una reunión más del Comité Federal de Mercados Abiertos, es la reunión, la cita clave de los últimos tres o cuatro años.
Las ayudas acumuladas hasta el momento son impresionantes, diríase espectaculares. Mediante la compra de deuda pública y privada la Reserva Federal inyectó en marzo de 2010 un total de 1,73 billones de dólares. En una segunda intervención, siete meses después, en noviembre, destinaba 600.000 millones. Por tercera vez, hace doce meses, anunció compras adicionales mensuales que según cálculos podrían haber generado adquisiciones por otros 800.000 millones adicionales. La cifra total da escalofrío: más de tres billones de dólares.
Evidentemente, las medidas han permitido después de más de cinco años de crisis comenzar a ver la luz al final del túnel, al menos en Estados Unidos. El final de la intervención del banco central americano está próxima y los mercados financieros y, por ende la economía mundial, están expectantes. Alguien recientemente me hacía la pregunta de si los estímulos habían funcionado. Sinceramente no lo sé y ni siquiera sé si alguien lo sabe. Yo desde luego no he leído nada al respecto, pero la realidad es que la Fed ha condicionado la evolución de toda esta crisis. Ya me hubiera gustado que el BCE hubiera actuado de forma semejante y tan decididamente.
La crisis, no lo olvidemos, fue generada para intentar solucionar otra burbuja financiera, algo que el difunto economista Klinderberger nos descubría en su teoría: una enorme expansión del crédito como solución al estallido de una burbuja financiera previa, un escoramiento de los mercados financieros hacia la especulación y ya tenemos otra burbuja.
Siguiendo el hilo de las teorías Klinderberger habría que preguntarnos si se habrá generado otra burbuja a consecuencia de la crisis sub-prime y la posterior caída de Lehman Brothers. En este sentido quizá deberíamos fijarnos en dos activos: los bonos del Tesoro americano y por supuesto los mercados emergentes. Comenzando por la segunda tipología, los emergentes, estamos viendo como una fuerte volatilidad afecta a sus mercados y por supuesto a sus divisas, algo que habrá que tenerse muy presente en el momento actual. En cuanto al primer caso, el de los bonos, la elevación de los tipos de interés ya se viene produciendo y de momento no parecen existir grandes traumas o preocupaciones. Bien es cierto que la noticia está muy anunciada, descontada si prefieren.
Ahora bien, las preguntas son hasta dónde subirán las rentabilidades, y quizá la principal que puede dar la elección de escenarios, realmente está descontado. Para ello, permítanme desempolvar la crisis de 1994 donde los tipos eran muy bajos, debido a que veníamos de fuertes crisis. En aquellos momentos la Fed con Greenspan como presidente decidió subir los tipos de interés, pues fruto de una crisis anterior se encontraban, como he comentado, en cifras muy bajas.
La respuesta del mercado fue rápida, afloraron pérdidas considerables por la caída de la cotización (la conocida relación inversa del precio del bono a la subida de tipos de interés), especialmente significativas en los bonos corporativos y también considerable la caída del precio de las acciones. Sin embargo es necesario decir que los inversores asumieron la nueva situación y prácticamente en un año las cotizaciones de los activos anteriores ya estaba nuevamente en positivo, aunque formamos la burbuja tecnológica que estallaría en el 2000, causada por la expansión del crédito a raíz de la quiebra del LTCM.
Queda quizá por hacer referencia a cómo la Fed va a llevar a cabo y con qué intensidad va a aplicar la retirada de los incentivos. Las posibilidades son tres: no hay retirada sino prórroga, una retirada contenida y gradual, y por último una retirada drástica.
Permítanme que vaya directamente a la que considero más probable, sin entrar en las causas, y que es la segunda: tapering gradual y sin subida de tipos de interés; es decir la Fed rebajará, sobre las cifras actuales, las adquisiciones de bonos en los mercados (entre 65.000 y 75.000 millones), el tapering, y dejará muy claro su marco de actuación, nos dirá, una y otra vez, que en ningún caso contempla una subida de tipos en el corto y medio plazo. A partir de aquí y salvo sobresaltos todo rodará convincentemente bien, con algún que otro susto. Muchos certificarán el fin del crack en EEUU, y por supuesto hablarán maravillas de la Fed.
Sin embargo, convendría a todos los grandes voceros de esta posibilidad recordar las ideas de Hyman Minsky, keynesianista furibundo, que nos descubría como el sistema financiero oscila entre la solidez o la quiebra y precisamente es esa dicotomía una fuente de generación de los ciclos económicos y añadiendo además que los derivados financieros, su popularidad y amplia utilización, suponen un serio hándicap para la estabilidad financiera. Aunque es probable que muchos no hayan leído a Minsky, tan solo a las agencias de research de los grandes bancos y así sigan siendo felices y aplaudan la actuación de la Fed.
Miguel A. Bernal Alonso, Profesor y coordinador del Departamento de Investigación del IEB.