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Oriente Medio, África y Egipto son como Europa, pero vuelta del revés

Hablar sobre Egipto no es algo que me tomo a la ligera, especialmente cuando el saldo de víctimas sigue aumentando. Oriente Medio y el Norte de África (MENA, por sus siglas en inglés) es en general una región difícil sobre la que opinar. No se pueden aplicar los modelos económicos comunes al realizar un análisis, hay que evaluar cuidadosamente lo que parece evidente y observar la evolución de las tendencias generales en el largo plazo.

La región de Oriente Medio y el norte de África está perdiendo impulso a pesar del importante crecimiento en los países productores de petróleo. Actualmente MENA se divide en dos mitades: el norte contra el sur. No se diferencia tanto, pues, de Europa, sólo que con cierta reversión de roles. En Europa, el norte parece saludable y debe ingeniárselas para desenterrar al sur de sus penurias económicas.

En el caso de MENA, el sur trata de mantener al norte alejado de los conflictos políticos mientras temen que se descontrole la creciente ola de demanda popular de democracia y mayor responsabilidad política frente a las dificultades que enfrenta la economía y la sociedad. Seguramente esta no sea la versión diplomática, pero es la situación real.

Hasta hace poco, casi ningún país de la región operaba con presupuestos de tres a cinco años. La política de crecimiento, en la mayoría de los casos, se ha visto afectada por los precios del petróleo, la necesidad urgente de crear empleo y satisfacer las necesidades materiales básicas de la población. Esto funcionó para los países de MENA, en una época en que no había volatilidad política. Pero al ampliarse la dimensión política, el juego ha cambiado y los gobiernos de los países de Oriente Medio y el norte de África no están preparados para los desafíos, al no haber logrado reformar sus economías y su política antes de que sus economías alcanzaran su pico más alto en 2007. Como consecuencia, los sistemas económicos y políticos actuales están dominados por los ingresos por transferencias. Una vez más, no hay grandes diferencias con la Unión Europea.

Egipto está a punto de perder su ayuda financiera y probablemente también la ayuda militar de Estados Unidos debido a problemas con el acuerdo de Camp David con Israel.

Mientras tanto, los países vecinos que tienen un enorme interés en ver resultados estables han donado rápidamente 12.000 millones de dólares a Egipto con el propósito principal de asegurarse la compra de trigo, ya que Egipto sigue siendo uno de los principales importadores de trigo del mundo (principalmente compra a Estados Unidos).

Para un observador poco emocional, Egipto resulta una paradoja. Un presidente y un gobierno electos democráticamente han sido derrocados por los mismos militares que derrocaron al dictador Hosni Mubarak. Adelantémonos sólo un año y el mandato de la democracia se habrá diluido. Las principales corrientes políticas se encuentran ahora involucradas y sin rumbo. Un acuerdo parece imposible, dado que el regreso de Mohamed Morsi elegido democráticamente, no sucederá.

La incapacidad de lidiar con nuevos paradigmas para países jóvenes no debería ser una sorpresa si lo miramos desde una perspectiva histórica. Históricamente, los países nuevos se balancearán como un péndulo de un extremo al otro en busca de algún tipo de equilibrio. Las viejas democracias de Europa son producto de siglos de evolución pasando por todo tipo de regímenes políticos. A pesar de estos antecedentes, insistimos en que las nuevas democracias adopten estándares más elevados de democracia casi de la noche a la mañana. Basta con mirar a Irak y Afganistán para detectar grandes errores en cuanto a las posibilidades que se les han dado a estos países para crecer, aprender y adoptar esta difícil tarea de crear una economía política que fluya.

En términos del impacto de mercado sobre Egipto, dudo que el precio del crudo haya aumentado más de 2 dólares por el riesgo geopolítico. El riesgo real reside en que el Canal de Suez no esté abierto, lo que todas las partes involucradas, incluyendo Estados Unidos desean asegurarse. Si llegan a fallar, significaría entre 20 y 25 dólares de prima suplementaria sumada al riesgo político actual. Los mercados bursátiles de la región son otra historia. El mercado de renta variable de Egipto aún se puede operar, si bien está un 60% por debajo en comparación con su máximo alcanzado en 2007. Sin embargo, la capitalización de estos mercados es menor al de la mayoría de las compañías del S&P500.

Mirando el mapa, me preocupa que la región del norte de MENA esté sufriendo grandes disturbios. Siria, Jordania, Egipto y los territorios palestinos están empeorando desde el punto de vista económico. Si a esto le sumamos los titulares acerca de la falta de liquidez en Irán, tenemos una región altamente inflamable, tanto económicamente como desde el punto de vista político. Por el momento, pocas compañías, a pesar del petróleo, están dispuestas o pueden arriesgarse a colocar personas en estos países. Los turistas están ausentes y la fuga de capitales del norte de MENA seguirá fluyendo hacia los Emiratos Árabes y su centro comercial en Dubai, donde las economías que ya son proclives a la burbuja podrían verse aún más apalancadas.

Encuentro difícil reconciliar los titulares sobre un Egipto fuera de control con el titular principal de Bloomberg de hace unos días sobre MENA: "Dubai ve la necesidad de la torre de oficinas más alta en medio de una tasa de vacantes de 45%". Resulta que la historia negativa de los mercados emergentes ahora se traslada al sector inmobiliario. Por otro lado, la tasa de vacantes en el principal distrito comercial de Abu Dhabi es del 38%, mientras que en Mumbai es del 25%. Comparemos estas cifras con la tasa de vacantes del distrito comercial de Moscú: 15%. El hecho de que haya más personas que deseen hacer negocios con Moscú, en base a estas mediciones, nos indica claramente que MENA corre el riesgo de perder su competitividad, como consecuencia de su riqueza petrolera, siempre y cuando no haya un verdadero traspaso desde las empresas estatales hacia las empresas privadas.

Para mantener MENA a flote, el sur -al igual que el norte de Europa- deberá proveer más dinero, orientación y mediación. La historia también nos indica que las soluciones a largo plazo deben basarse en el respeto, el entendimiento y los incentivos económicos provenientes de MENA, no de Europa, ni de Estados Unidos.

Yo confío en que tanto Egipto como el resto de los países de Oriente Medio y el norte de África ocuparán una posición mejor, pero antes de que se pongan de acuerdo y resuelvan negociar con Egipto, Siria, Jordania y los territorios palestinos, Irak e Irán se habrán sumado a esta lista de países.

Los perdedores en el corto y medio plazo son la población y el proceso democrático que comenzó con seriedad el año pasado. Sigo optimista con respecto a las perspectivas de largo plazo de MENA, dado que creo firmemente en la micro-economía. El individuo, la pequeña empresa que quiere mejorar, acelerarse y ser más transparente permanecerá a pesar de las dificultades institucionales.

Steen Jakobsen, Economista Jefe de Saxo Bank.

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