
Termina en Egipto el sueño de libertad. Un mensaje que triunfó en Twitter resume la situación: "Los Hermanos Musulmanes en las cárceles, El-Baradei en Viena, y Mubarak en la calle. Retorno a 2010". Continúan las protestas diarias pese al estado de emergencia. Para hoy martes cuando se cumplen dos meses del golpe militar, la Alianza para la Defensa de la Legitimidad, que incluye a la Hermandad y otros grupos islamistas, ha convocado protestas. La coalición denunciará los actos cometidos por los militares con el lema "El golpe es el terrorismo".
Dos frustrantes años han puesto fin a las ilusiones de democracia. El Gobierno de Mohamed Mursi, aunque sectario e incompetente, fue elegido democráticamente. Tras ser desalojados del poder, con su líder en la cárcel y reprimidos con enorme brutalidad, es muy improbable que los Hermanos Musulmanes tengan voluntad de seguir en el juego político. Es de temer que vuelvan a la clandestinidad y que algunos se radicalicen.
Los militares afirman ser la única fuerza capaz de evitar que Egipto caiga en el caos cuando resulta cada vez más claro que solo defienden sus privilegios. Hasta el exdictador Hosni Mubarak ha sido absuelto de las acusaciones por corrupción que se le formularon y ha abandonado la prisión en que fue recluido.
En el baño de sangre de mediados de mes los militares mataron hasta un millar de personas. Hay que ser muy claros aquí y evitar expresiones como "choques" o "enfrentamientos". No. El Ejército masacró deliberadamente a partidarios del gobierno elegido. Un gobierno derribado mediante un golpe y a cuyos simpatizantes ahora se califica de "terroristas". El expresidente, junto a otros 14 dirigentes de la Hermandad, se enfrenta a un juicio penal por incitar a la violencia contra los manifestantes en 2012.
¿Qué estabilidad?
Por mucho que países como Arabia Saudí y EEUU hablen de estabilidad lo que existe es una auténtica guerra sucia antiislamista. Los militares bajo el mando de Abdel Fatah al Sisi han demonizado el islamismo. Tienen carta blanca para una represión feroz al gozar - todavía - de un respaldo importante. Los que equivocadamente creen que el Ejército está de su parte se darán cuenta muy pronto de su error. Si no lo han hecho ya. Desde los laicos y demócratas de izquierda hasta el oportunista partido Nur de la ultraderecha religiosa. Volverán a llenar las prisiones. Cárceles donde se tortura.
En la polarizada deriva del país incluso la dimisión de ElBaradei como vicepresidente primero ha sido tachada de alta traición. El premio Nobel de la Paz deberá sentarse el día 19 en los tribunales bajo esa acusación. Incluso los jóvenes de Tamarrod, quienes recogieron 22 millones de firmas contra Mursi y organizaron las marchas masivas del 30 de junio que justificaron la intervención militar, han sido objeto de la razia judicial. Los militares aprovecharon la fuerza de Tamarrod para dar el golpe. Es más, posiblemente estuvieran detrás de ese movimiento de protesta para manipularlo seguidamente en su favor.
El gobierno interino ha publicado una lista de cincuenta personas para elaborar enmiendas a la Constitución. En este Comité de enmiendas apenas hay integrantes islamistas. Comenzará su trabajo el próximo día 8 y concluirá su labor en el plazo de 60 días. Anularán o reformarán los artículos introducidos por el gobierno islamista. El nuevo texto constitucional será sometido a referéndum.
El FMI ha roto las conversaciones sobre un nuevo préstamo. La UE habla de cortar la ayuda al país. ¿Qué hace EEUU? Cancelar los 1300 millones de dólares anuales de ayuda al ejército egipcio no supone una amenaza excesivamente grave. Las conservadoras y ricas monarquías del Golfo - a favor del golpe - incluso podrían aumentarla. Sin embargo, sería una señal positiva y mucho más significativa que la suspensión de unos rutinarios ejercicios militares.
A EEUU le interesa continuar la colaboración militar no solo para mantener su peso en la región sino porque cancelar los contratos derivados acarrearía millonarias indemnizaciones a sus empresas armamentísticas. Israel presiona, además, para que Washington se deje llevar por una política de hechos consumados.
El problema del mundo árabe es que dos sistemas compiten por solucionar los problemas de pobreza, opresión y dictadura: el estado liberal y el islamismo. Los autócratas de turno explotan esta dicotomía para mantenerse en el poder. O recuperarlo como ha ocurrido en Egipto.
El sueño se ha convertido en pesadilla. La democracia es la gran perdedora en este primer asalto.
Marcos Suárez Sipmann, analista de Relaciones Internacionales.