La Unión Europea será cada vez más dependiente del exterior si tenemos en cuenta que más del 90% del crecimiento económico mundial será generado a partir del año 2015 fuera de sus fronteras y que el 60% del PIB estará en manos de los países emergentes y en vías de desarrollo en el año 2030.
En este proceso de transformación gradual del equilibrio económico mundial, garantizar el acceso de nuestros productos, servicios e inversiones en los mercados no europeos debe convertirse en uno de los pilares fundamentales de nuestra acción exterior, con el fin de garantizar la competitividad y el crecimiento de la economía europea, mantener nuestro sistema de protección social y permitir a nuestras empresas seguir siendo actores globales.
Sin muchos resultados
Las negociaciones multilaterales de la Ronda de Doha que, de haber concluido con éxito, habrían constituido la mejor vía para impulsar el comercio mundial y revitalizar el crecimiento económico, no han dado por el momento ningún resultado.
En este contexto de parálisis de las negociaciones multilaterales, que se prolongan desde hace más de diez años, la UE ha iniciado un intenso proceso de negociaciones comerciales bilaterales con algunos de sus socios comerciales más relevantes.
Estamos hablando de acuerdos de última generación que no sólo se centran, como en épocas anteriores, en el desarme arancelario, sino también en otros puntos cada vez más importantes para los intereses de nuestras empresas, como son la reducción de las barreras no arancelarias o un mayor acceso a los mercados de contratación pública.
De todas las negociaciones comerciales iniciadas por la Comisión Europea, la seguida con los Estados Unidos para alcanzar un Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones es la más importante, sobre todo por la magnitud de las economías implicadas. Pero las negociaciones no serán fáciles. La parte más compleja no radica tanto en la eliminación de los aranceles como en la reducción de las barreras no arancelarias, proceso en el que estarán implicados, por parte estadounidense, numerosas agencias y estados.
Según el estudio publicado en marzo de este año por Centre for Economic Policy Research (CEPR), bajo el título Reducing Transatlantic Barriers to Trade and Investment, el 80% de los beneficios potenciales de este acuerdo se derivarían de la reducción de la barreras no arancelarias.
Un acuerdo que implicase la eliminación de un 25% de las barreras no arancelarias en un periodo de entre 5 y 10 años, sería esencial no sólo para ambas economías sino para todos. Generaría desde su plena aplicación unos ingresos adicionales de 119 mil millones y 95 mil millones de euros anuales para la Unión Europea y los Estados Unidos, respectivamente. Las exportaciones de bienes y servicios de aquélla a estos registrarían un incremento del 28%, lo que en términos absolutos supondría unos 128 mil millones de euros. Y no sólo mejorarían las transacciones bilaterales, sino también el conjunto de las exportaciones hacia terceros países, que supondrían unos 33.000 millones de euros adicionales.
Según los datos de un reciente estudio publicado por la Fundación Bertelsmmann, bajo el título Transatlantic Trade and Investment Partnership (TTIP) Who benefits from a free trade deal?, España figura entre los países que resultarían más beneficiados de la aplicación de un acuerdo amplio. Nuestra renta per cápita registraría un aumento del 6,55%.
Las repercusiones en nuestro mercado de empleo también serían positivas. La tasa de empleo aumentaría un 0,78% y el nivel del desempleo se reduciría un 0,62%, porcentajes que sólo serían superados por el Reino Unido, Finlandia, Portugal e Irlanda. En términos absolutos, se crearían más de 143.098 puestos de trabajo en España, lo que nos situaría sólo por detrás de los Estados Unidos, con 1.085.501 empleos, el Reino Unido, con 400.203, y Alemania, con 181.082.
Tanto CEOE como Business Europe, que agrupa a las organizaciones empresariales de la Unión Europea, siempre hemos abogado por la apertura de unas negociaciones que fueran más allá de una reducción arancelaria.
Aun siendo consciente de las dificultades que entrañan estas negociaciones, soy de la opinión de que un acuerdo de las características mencionadas nos permitiría reforzar y potenciar las fuertes relaciones económicas entre la Unión Europea y los Estados Unidos -que en su conjunto todavía representan el 47% del PIB mundial-, y establecer estándares y criterios que sirvieran de referencia en las negociaciones comerciales con respecto a terceros países, así como estrechar nuestra cooperación bilateral en los organismos y foros internacionales de índole económica.
José María Lacasa, secretario general de la CEOE.