Luxemburgo, un país pequeño, discreto y de los más ricos per cápita del mundo, se ha convertido en el centro de atención, muy a su pesar. Desde que se anunciara en abril que el país está listo para participar en el intercambio automático de información con las autoridades fiscales estadounidenses y europeas, los analistas de todo el mundo han especulado sobre lo que significa el cambio para nuestra nación de 500.000 habitantes, donde el sector de servicios financieros representa aproximadamente el 28% del PIB.
En los círculos bancarios de Luxemburgo, la preocupación inicial se ha unido al alivio que proporciona tener un marco legislativo claro. El estado de ánimo de la población refleja también tanto la preocupación por el posible impacto en el empleo y los ingresos del Estado, como el optimismo por superar el estigma de "paraíso fiscal" del país. Esta percepción, que implica que Luxemburgo es un lugar donde las personas evaden sus responsabilidades, no es representativa de lo que somos como país o como pueblo.
Durante la mayor parte del siglo XX, incluyendo los períodos previos y posteriores a las dos guerras mundiales, Luxemburgo fue un país industrial, dominado por la producción de hierro y acero.
Nuestra gente suele ser conservadora en el verdadero sentido de la palabra. A pesar de nuestra apertura a nuevas ideas y al mundo en general, que se refleja en el hecho de que alrededor del 40% de los residentes del país son extranjeros, somos un pueblo tranquilo, al que no le entusiasma ser el centro de atención.
El valor que damos a la discreción fue fundamental para el auge de la banca privada en este cruce de caminos estratégicamente ubicado. Aproximadamente el 40% de la riqueza de la Unión Europea se encuentra a menos de 500 kilómetros de Luxemburgo. Gracias a uno de los marcos regulatorios más receptivos del mundo, nuestra banca privada maneja aproximadamente 300.000 millones y genera más de 3.000 millones de ingresos anuales.
Los bancos privados, tanto extranjeros como nacionales, operan junto a los sectores de gestión de activos y seguros, en un entorno caracterizado por un nivel extraordinariamente alto de estabilidad política que se sustenta en el elevado número de profesionales altamente cualificados con el que cuenta el país. Luxemburgo es el mayor centro de inversión de fondos en Europa y el segundo en el mundo después de Estados Unidos, con más de 2,4 billones en activos netos bajo gestión. Sin embargo, después de casi cuatro décadas de expansión, el fin del secreto bancario es un hito que probablemente conllevará la reorganización, e incluso la consolidación, de los bancos privados en Luxemburgo.
Una clara consecuencia del intercambio automático de información fiscal es que algunos clientes offshore en Luxemburgo están eligiendo repatriar su riqueza, valorando principalmente la proximidad geográfica.
Según una encuesta realizada por PwC en 2011, el 80 por ciento de los clientes de banca privada en Luxemburgo tienen cuentas con menos de un millón de euros y, habitualmente, muy por debajo de esa cantidad. Sólo una pequeña parte de los clientes pueden considerarse individuos con alto patrimonio (High Net Worth Individual) o individuos con muy alto patrimonio (Ultra High Net Worth Individual).
Por lo tanto, los bancos privados en Luxemburgo se enfrentan a un claro desafío: ayudar a sus clientes actuales con el proceso de eliminación del secreto bancario, intentando conservar al mayor número posible de ellos, y atraer más clientes con un alto patrimonio. Mi firme convicción es que podemos y vamos a lograrlo, porque este pequeño país cuenta con una concentración de servicios y competencias sin igual. En el futuro, el principal elemento diferenciador de Luxemburgo no será el "secreto", sino nuestra cantera de talento y la estabilidad política y macroeconómica que ofrecemos. Así mismo, para los bancos privados con sede en Luxemburgo es más importante que nunca establecer y ampliar sus redes comerciales en otras áreas geográficas.
Hoy en día, los individuos con patrimonios muy elevados buscan bancos privados que puedan gestionar sus carteras internacionales, cumplir con sus expectativas de préstamos y ofrecer sofisticados servicios profesionales. Los bancos privados en Luxemburgo están perfectamente preparados en este sentido.
Aquí, en Luxemburgo, la privacidad seguirá siendo un principio básico que continuará guiando nuestras relaciones con los clientes en esta nueva era.
Jacques Peters, consejero delegado de KBL European Private Bankers.