Firmas

Emergencia en Egipto

Foto: archivo

El expresidente Mohamed Mursi creyó, equivocadamente, que si mantenía la autonomía y los privilegios de las FFAA contaría con su apoyo incondicional. Mursi cumplió con esa parte del trato, pero sin aliviar las calamidades de los más de 80 millones de habitantes. Más del 20 por cien de ellos sufre severos problemas alimentarios. Cortes de energía, desempleo de dos dígitos y la dureza del rígido plan de ajuste impuesto por el FMI empeoran el caos.

El que se proclamaba presidente de "todos los egipcios", con una incompetencia económica absoluta -trató además de concentrar el poder-, limitando la libertad de expresión y el derecho de las minorías. El mensaje castrense, en principio, es bien simple: hemos venido a evitar la catástrofe. Afirman querer generar una hoja de ruta consensuada para convocar elecciones sin exclusiones y tener una Constitución incluyente. Sin embargo, lo cierto es que el ejército ha violado una y otra vez las libertades individuales y el estado de derecho. ¿Cómo puede garantizarse la supervivencia de la democracia en Egipto? El sistema presidencialista lleva a una concentración de poder en la figura del jefe del Estado, algo muy perjudicial para una sociedad caracterizada por altos niveles de conflictividad y división.

Solo un sistema de gobierno parlamentario facilita a las distintas partes el negociar un gobierno de unidad. Y un sistema de este tipo evitaría en el futuro las crisis y amenazas de golpes de Estado, ya que la disolución y formación de otro Gobierno es posible a través de un acuerdo de las fuerzas parlamentarias.

Reglas del juego

Es necesario llegar a un acuerdo sobre las reglas del juego para iniciar una transición hacia un sistema parlamentario. Un proceso de negociación entre diversos actores que actúan en base a sus intereses y preferencias. Asimismo, el funcionamiento exitoso de un sistema parlamentario depende del sistema de partidos y de las atribuciones constitucionales del Ejecutivo.

Habría que revisar también el sistema electoral y las atribuciones del presidente en una nueva Constitución. Incluso existe la opción de una especie de 'modelo español' para la transición con un jefe del Estado neutral y garante del orden constitucional. El príncipe egipcio en el exilio, Osman Ibrahim, recientemente mencionó ese ejemplo.

Todo esto requiere una verdadera cultura democrática. Por eso junto a la propuesta institucional es necesario implicar al actor más relevante para el futuro de la democracia: la ciudadanía. La democracia es más que nada una actitud frente a la vida en sociedad, una conducta que implica compromiso y respeto hacia el prójimo, libre discusión de ideas y diálogo.

Cultura democrática

La semilla de esa cultura democrática se encuentra en la probada resistencia ciudadana a los atropellos del poder de turno. Con coraje el pueblo egipcio se rebeló contra la dictadura de Mubarak, se manifestó contra los abusos y la corrupción de los militares y se opuso al autoritarismo de Mursi. Ahora vuelve a enfrentarse al ejército. La violencia se ha recrudecido. Los Hermanos Musulmanes -que han llamado a una Intifada- no forman parte del gobierno interino y no participan en el diálogo con las nuevas autoridades. Es muy grave que en un país de mayoría islámica no haya un interlocutor musulmán de alguna envergadura en el diálogo social indispensable para superar la crisis. La nueva estructura de poder, que persigue ahora a los Hermanos Musulmanes, tiene como aliado al partido Al Nur, la rama salafista ultraislámica que gobierna en el Norte más pobre del país con la religión como ariete para abortar cualquier rebeldía. A diferencia de los militares, los Hermanos Musulmanes sí son necesarios para construir el futuro político. Aunque no son mayoría -se estima que hoy la Hermandad tendría entre un 25 y un 30 por cien del electorado egipcio- su ausencia viciaría el proceso de transición. Sin ellos cualquier acuerdo carecería de legitimidad. Egipto está en estado de emergencia. Los militares no deberían subestimar el poder de la calle, que cada día cobra más y más fuerza. El problema no se solucionará con la amenaza de una represión feroz que intente lograr de forma dictatorial lo que no pudo la democracia que existía.

La situación puede escalar hoy viernes tras el llamamiento del jefe del Ejército y ministro de Defensa, Abdel Fatah al Sisi, pidiendo que los egipcios se manifiesten para dar su apoyo a las FFAA y la policía para acabar con la violencia. Para los Hermanos Musulmanes esto equivale a alentar una guerra civil ya que lo que consideran amenazas de Al Sisi no impedirán que los millones de seguidores de Mursi continúen sus protestas.

Marcos Suárez Sipmann, analista de Relaciones Internacionales

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky