
Tras 22 años de existencia el Mercosur languidece sin tratar las cuestiones que afectan más directamente a sus ciudadanos Cuando asumieron los actuales gobiernos de la región se estableció un nuevo discurso para el Mercosur: recrear la "patria grande" expandiéndola a todas las áreas. Los resultados han sido decepcionantes y el Mercosur acaba de atravesar su "década perdida".
Es verdad que Brasil, Argentina, Venezuela y sus vecinos crecieron a pesar de su aislacionismo durante la década pasada. Lo hicieron gracias al incremento de los precios internacionales de las materias primas. Sin embargo, desaprovecharon la oportunidad para profundizar en la integración. La nueva agenda tuvo dificultades para las realizaciones concretas. El mayor déficit se dio en materia económica. El proteccionismo, sobre todo de Argentina, es una rémora. Puede que el Mercosur represente una 'patria grande'. Pero el proceso de integración es cada vez más lento e imperfecto. El escándalo del espionaje estadounidense fue el protagonista de la reciente Cumbre de Montevideo. Los temas comerciales tuvieron un papel secundario que consistieron en declaraciones políticas sin resolver los problemas que preocupan a la población. Así los brasileños siguen escandalizados por la corrupción y argentinos y venezolanos están cada vez más afectados por una inflación del 30% anual y restricciones económicas y de acceso a productos y servicios importados.
El Mercosur está estancado. Al igual que las complicadas conversaciones para un tratado con la UE, tras más de diez años y nueve rondas de negociaciones. Brasil intenta ampliar al 90% del sector productivo la oferta de liberalización que presentará el Mercosur a la UE hasta fin de año. No se han acordado nuevos desafíos. Hay trabas a productos específicos. Se acumulan las restricciones cambiarías. El espacio de libre comercio ha pasado a transformarse de facto en un frente político. En especial presenta problemas la relación más importante del Cono Sur: la "asociación estratégica" entre Brasil y Argentina ha generado cada vez más asimetrías. Existen graves disensiones relativas a las trabas comerciales y el tratamiento a las inversiones en la Argentina. El modelo argentino no va más allá de aprovechar el ciclo alcista de sus commodities. No hay un debate serio sobre el vínculo con un Brasil que parece más interesado en su rol global. Pero hay conflictos bilaterales asimismo entre los demás miembros. También Uruguay se resiente del proteccionismo argentino. La presidencia de Venezuela arranca sin solucionar el regreso de Paraguay al bloque, del que fue suspendido en 2012. El presidente electo de Paraguay, sólo aceptará volver si se le asigna la presidencia rotatoria, como corresponde por orden alfabético, según las reglas .
Paraguay que ya se opuso a la adhesión de Venezuela, ha cuestionado el ingreso de Bolivia argumentando que los tratados impiden la adhesión de un país que ya pertenece a otro grupo económico como es la Comunidad Andina. No obstante, el mayor riesgo es la pérdida de relevancia. En un escenario multipolar cada vez más competitivo, ¿cuál es el lugar de un bloque con una mirada preeminentemente atlántica? El mundo se reconfigura. Su centro de gravedad se traslada a Asia. Las inversiones y el panorama comercial de Sudamérica es claro. Más del 60% de las exportaciones de la región son materias primas (Brasil, 62% en 2012) y el socio comercial es China.
La pregunta que se plantea es cómo profundizar la relación con China/Asia, el centro de gravedad del comercio internacional. Esto genera nuevas agrupaciones. En Latinoamérica, la Alianza del Pacífico de Chile, Colombia, México y Perú. Esa Alianza no pretende ser una alternativa al Mercosur, ni una tentativa de disputar el liderazgo brasileño en la región. El año pasado los países miembros de la Alianza tuvieron un índice de crecimiento combinado de 5%, mientras que los países del Mercosur crecieron a una tasa promedio del 2,9 de acuerdo con la Comisión Económica para Latinoamérica y el Caribe de las Naciones Unidas (Cepal). Pese a la desaceleración global, el comercio entre los países de la Alianza creció 1,3% frente a una caída del 9,4 entre los miembros del Mercosur, según la Cepal. ¿No se superaría la fractura de la integración latinoamericana? Un acuerdo Mercosur-Alianza del Pacífico que transforme a la región en un gran corredor bioceánico es viable y deseable.
Marcos Suárez Sippman, Analista de Relaciones Internacionales