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¿Sorpresa en Irán?

El clérigo moderado Hassan Rohani será el presidente de la República Islámica de Irán al obtener más del 50% de los votos. El candidato de consenso de moderados y reformistas de 64 años se impuso a los cuatro candidatos ultraconservadores respaldados por el régimen chií. Su principal rival Mohamad Bagher Qalibaf, alcalde de Teherán, le ha felicitado. Ahora su victoria será confirmada por el Consejo de Guardianes, órgano religioso que supervisa la vida política de la teocracia iraní.

En las elecciones presidenciales participó el 72% de los 50 millones con derecho a voto. Rohani era la única opción para los sectores moderados, que se debatían entre él y la abstención como voto de castigo. Ha sabido movilizar igualmente a los reformistas desencantados. Y ha logrado reunir a buena parte del electorado ajeno al régimen islámico, que recuerda la sangrienta represión a las protestas de 2009 tras el sospechoso triunfo del mandatario saliente, Mahmud Ahmadinejad. La oposición demuestra así su fuerza en un sistema que se opuso tenazmente a todo proyecto político antagónico. Se había prohibido participar a los candidatos más críticos. El electorado se inclinó por Rohani, convertido en el candidato reformista de facto.

El poder y la influencia que el líder supremo, ayatolá Ali Jamenei, mantiene sobre la presidencia y otras instituciones gubernamentales dejan poco margen de maniobra para el cambio. Aunque el triunfo de Rohani parece una derrota del líder supremo, a éste le conviene ante la insostenible crisis económica y presión social. Jamenei no se decantó por ninguno de sus candidatos afines. Alentó la participación y las autoridades extendieron el horario de votación, cuando era obvio que la abstención habría beneficiado a los conservadores.

¿Cambiará algo en Irán? Rohani forma parte del poder institucional de los clérigos. Sin embargo, para la población encarna una posibilidad de mitigar las rígidas leyes religiosas, mejorar la situación económica y destrabar el diálogo con las potencias occidentales.

Los iraníes han castigado a la élite más leal al sistema que culpan de la represión, la censura y la crisis derivados de las sanciones internacionales impuestas. El nuevo presidente no podrá tomar decisiones drásticas sobre el polémico programa nuclear, controlado por Jamenei, pero sí presentar una actitud más moderada y dispuesta al diálogo.

Durante la breve campaña, el presidente electo se comprometió a defender los derechos de las mujeres y las minorías, impulsar las libertades sociales y el pluralismo político así como revertir la crisis económica. Ha sugerido una carta de derechos civiles. Cercano a los ex presidentes Akbar Hashemi Rafsanyani y sobre todo el reformista, Mohamed Jatami, encabezó el Consejo de Seguridad Nacional durante su mandato. Parte importante del capital político de Rohani es precisamente haber sido ministro de Jatami, el mayor aperturista de la revolución.

De 2003 a 2005 se convirtió en el primer jefe negociador nuclear. En ese periodo recibió el apodo de 'jeque diplomático'. Irán se debate entre dos desafíos. Uno es su decisión estratégica de mantener su apuesta por el programa nuclear, cualquier retroceso se vería como una derrota. El otro, romper el aislamiento y el bloqueo económico consecuencia de aquella iniciativa. La tarea de Rohani será complicada si bien podría abrir el camino a una flexibilización en las negociaciones. Su elección también puede tener una influencia positiva para encontrar una salida negociada a la situación en Siria.

El 70% de los 75 millones de iraníes tiene menos de 30 años. Nacieron después de la revolución y no tienen tanta simpatía por los fundadores del régimen. La polarización es económica además de ideológica con el empobrecimiento de las clases medias. El colapso de la economía ha llevado a una grave descomposición social. El nuevo mandatario se encuentra con un país que exporta la mitad de los 2,3 millones de barriles de petróleo de 2011. Una pérdida que implica el 10% de su economía. La caída de ingresos y el mercado negro llevan a una inflación superior al 30% anual. La moneda, el rial, ha perdido el 60% de su valor frente al dólar en los últimos dos años. El desempleo es del 13%, cifra que se triplica en la industria.

Rohani es un conservador moderado. Rechaza posturas radicales. Para poder cumplir sus promesas tendrá que hacer valer su fuerza: el apoyo mayoritario en las urnas. En ellas ha quedado patente un claro deseo de reformas y cambios en la sociedad iraní.

Marcos Suárez Sipmann, analista de Relaciones Internacionales @mssipmann.

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